PUEBLOS FLORIDOS

por Gabriel Rumor

En Francia, la etiqueta Villas y Pueblos Floridos  ha transformado, en sus sesenta años de existencia, la vida cotidiana de 4931 comunas, embelleciendo aún más, si se puede, uno de los países más hermosos del planeta, dinamizando sus territorios y reforzando su atractivo, incluso más allá de las fronteras nacionales.

Villas y pueblos floridos. Foto José Elías Bonells

Villas y pueblos floridos. Foto José Elías Bonells

Le Figaro informa que las emblemáticas florecitas rojas que reconocen el cariño de los ciudadanos por su ambiente, comenzaron a entregarse en Diebolsheim, un rincón de Alsacia donde el padre Wendling, su abad, decidió sembrar jardines después de haber desactivado cuatro mil minas de la Segunda Guerra Mundial.

La idea original de sustituir cada carga mortal por una flor, que por la urgencia de la reconstrucción se limitó entonces a los geranios y petunias propios de la región, se popularizó a pasos agigantados hasta ser adoptada en 1959 por el Ministro de Transportes, Obras Públicas y Turismo, creador de la etiqueta nacional.

Geranios

Geranios

Desde entonces, el auge del conservacionismo amplió la lista de factores en evaluación, valorizando el patrimonio vegetal en un sentido más vasto, la salvaguarda de la biodiversidad y recursos naturales, como el agua, el manejo de desechos e incluso el cuadro de vida general y las iniciativas locales de carácter turístico como ferias y actividades pedagógicas.

Así, los premios del 2018, entregados en febrero pasado, han sido para Orleans, metrópolis regional; Lorient, departamental; Cassis, Chalon-sur-Saone, Loudéac, Saint-Brevin-les.Pins, Toul, Vitré, ciudades medianas, y los modestos burgos de Loyat y Louargat.

Diebolsheim, un rincón de Alsacia donde el padre Wendling inició su siembra

Diebolsheim, un rincón de Alsacia donde el padre Wendling inició su siembra

En ellos, explica la representante de la Federación Nacional de Productores de Vegetales Ornamentales, Claudine Oger, la floración y, más ampliamente, la vegetalizacíón animan y embellecen la ciudad, ritman las estaciones y estimulan el bienestar, sobre todo en verano, cuando los árboles juegan un papel climatizador y refrescan la atmósfera.

Pueblos floridos-Foto Jose Elias Bonell

Pueblos floridos-Foto Jose Elias Bonell

No es tarea fácil la obtención del premio porque el proceso dura seis años y hay que pasar el escrutinio que cada verano realizan 24 equipos -que incluyen funcionarios, responsables de parques, paisajistas, horticultores y profesionales del turismo- que se desplazan por todo el país para verificar el nivel de las realizaciones.

El resultado se concede por unanimidad y el recibirlo entraña un compromiso adicional porque el lugar será después revisitado, cada tres años, un poco según el modelo de la Guía Michelin, para asegurar que el grado de excelencia permanece inalterado.

Los floridos pueblos franceses.Foto Jose Elias Bonells

Los floridos pueblos franceses.Foto Jose Elias Bonells

Autretot, una localidad en Normandia de sólo 700 habitantes, se vanagloria de haber renovado las cuatro florecitas desde 1985

En muchos casos, los premios significan un parteaguas porque contribuyen a fijar y hasta incrementar la población, atraen la implantación de nuevas empresas y aumentan el flujo turístico, como en la minúscula Gélaucourt, en Lorena, cuyos 70 habitantes reciben cada año más de diez mil visitantes.

Varsovia, mayo 2019