El sabio que hablaba con las estrellas

MIRAMUNDO por Gabriel Rumor

MIRAMUNDO por Gabriel Rumor

 

 

 

 

 

Se llamaba Hubert Reeves, astrofísico francés de origen canadiense, vulgarizador científico de la estirpe de Carl Sagan y Eduardo Puncet, cuyas amenas emisiones televisivas nos revelaron durante muchas décadas los secretos del universo.

Murió el 13 de este mes en París, a los 91 años y   echaremos de menos su perfil de duendecillo de luenga barba cenicienta y traviesos ojos azules, como salido de algún cuento de los hermanos Grimm.

Había nacido en Quebec y sus antecedentes familiares lo predestinaban a oficios más convencionales, hasta que su padre le regaló una enciclopedia juvenil que lo sacudió hasta impulsarlo por los senderos de la especulación intelectual y la exploración del firmamento; sobre todo cuando en el colegio de los jesuitas de Montreal observó a Saturno por primera vez, con un telescopio de su propia confección.

Después vendrían el diploma en ciencias y física en la universidad de aquella ciudad, un doctorado en Cornell, New York, docencia en la NASA, Bélgica y Francia, como investigador del Centro Nacional de Búsqueda Científica y consejero de la Comisión de la Energía Atómica; la aventura editorial, aprovechando el talento de cuentista heredado de su abuela materna, en treinta volúmenes que surfeaban entre la ciencia, la poesía (de Paul Valery extrajo el título de Patience dans l´azur, su primer libro) y la filosofía. Y, por supuesto, la  incursión en la pequeña pantalla, providencial para quienes disfrutamos siempre sus apariciones en programas divulgativos y divertidas entrevistas, simplemente memorables.

“La ciencia y la religión no reinan sobre el mismo terreno; la primera aprende, la segunda enseña

“La ciencia y la religión no reinan sobre el mismo terreno; la primera aprende, la segunda enseña

 “La ciencia y la religión no reinan sobre el mismo terreno; la primera aprende, la segunda enseña; el motor de una es la duda, la otra se cimenta en la fe; la ciencia trata de comprender el mundo, las religiones (y las filosofías) han asumido generalmente la labor de dar sentido a la vida humana y mientras ambas partes permanezcan en sus respectivos campos, la ciencia y la religión  pueden iluminarse mutuamente”, fue uno de los principios fundamentales de sus fascinantes conversaciones.

Hubert Reeves

Hubert Reeves

La Unión Astronómica Internacional bautizó un asteroide con su nombre mientras el melómano impenitente que fue Reeves participaba en numerosos espectáculos musicales, hasta que la inspiración humanística lo bajó de las estrellas para plantarlo en la tierra a defender la naturaleza y la biodiversidad contra el hombre, “la especie más insensata porque venera un Dios invisible mientras destruye una Naturaleza visible, sin comprender que la Naturaleza que está destruyendo es el Dios idolatrado” y “estamos en guerra con la naturaleza y perdemos si la ganamos”.

A principios del milenio sucedió al ilustre Théodore Monod al frente de la Liga ROC para la preservación de la fauna salvaje, que se llamaría después Humanidad y Biodiversidad, designándolo presidente de honor;  con su segunda esposa transformó una granja provincial abandonada en un bosque de cedros libaneses, tilos y sequoias milenarios y asumió un activo papel en las elecciones presidenciales de 2012, importunando a los candidatos con caústicas preguntas sobre los temas ambientales.

En una emisión televisiva.

En una emisión televisiva.

En todo momento con una actitud alerta  para presentar “todas las interpretaciones posibles de cada observación, a fin de que las teorías competidoras puedan ser formuladas y defendidas” porque en la ciencia, como en cualquier otro sitio, “hay que temer la inercia intelectual, las modas pasajeras, el peso de las instituciones y el autoritarismo” mientras “las herejías juegan un papel esencial para mantener nuestras mentes despiertas y cuestionadoras”

Al final, Hubert Reeves había cerrado una reflexión de seis décadas con la constatación militante de que la astronomía y la ecología son dos caras de un mismo tema, porque la primera nos refiere la historia del universo, diciéndonos de dónde venimos y cómo llegamos a ser lo que somos, mientras la segunda despierta la conciencia sobre las amenazas que pesan sobre nuestro futuro y nos orienta en la resistencia.

Y todo ello con la mayor humildad de quien  resumió alguna vez su pensamiento en que deberíamos mostrar sabiduría para no olvidar que si bien estamos compuestos de los polvos del Big Bang y portamos quizás la memoria del universo, no somos a sus ojos más que pequeños e insignificantes chispazos.

Sagliano Micca, octubre de 2023.