AMSTERDAM: PESCANDO BASURA

 por Gabriel Rumor

Amsterdam propone una curiosa actividad a los turistas que hasta ahora la frecuentaban para visitar el museo de Anna Frank, fisgonear a las chicas que se ofrecen en las vidrieras de su zona roja, aprovechar el suministro legal de mariguana y extasiarse ante el tesoro maravilloso que cobija el Rijskmuseum: recoger la basura que flota en sus románticos canales.

Previo pago, naturalmente, de la bicoca de 25 euros, los clientes son dotados de redes para embarcarse en pequeñas canoas y extraer una fracción de las toneladas de desechos plásticos que otros turistas con menor sentido cívico arrojaron en sus aguas.

La Ballena plástica

La Ballena plástica

Parece increíble, pero a la gente le fascina, ha explicado a LA REPUBBLICA romana el fundador de Plastic Whale, Marius Smit, la primera empresa profesional de pescadores de plástico cuyo ambicioso objetivo es reducir la contaminación, uniendo la utilidad con la diversión.

Y el negocio parece marchar viento en popa, porque quince mil personas han recorrido hasta ahora en las barcas a tracción eléctrica, durante dos horas, con derecho a un refrigerio, los kilómetros de canales sobre los cuales se levanta la ciudad holandesa, recogiendo sacos, envases y botellas que luego son reciclados para elaborar muebles de oficina.

Marius Smit

Marius Smit

Desde 2011, sus ballenas han devenido atracción para los visitantes con inquietudes ecológicas, de todos los rincones del mundo, sin diferencias de edad o sexo y, según Smit, el secreto radica en la convicción de  colaborar en algo positivo bajo los aplausos y la gratitud de los ribereños.

Pescando basura

Pescando basura

En tan breve lapso, los pescadores han recuperado 146 mil botellas y sacos que también sirvieron para construir nueve embarcaciones adicionales, contratar doce empleados y cuarenta navegantes, ampliar sus servicios al puerto de Rotterdam, y proyectar la expansión hasta la remota localidad de Bangalore, en India, que literalmente se ahoga bajo toneladas de basura.

Una parte de las ganancias ha sido invertida en una fundación que organiza proyectos educativos en escuelas y universidades, para contribuir al sueño que mueve a Smit desde hace muchos años: disfrutar de un planeta libre de los plásticos.

Caracas, enero 2019