Los árboles, vagabundos urbanos

MIRAMUNDO POR GABRIEL RUMOR

MIRAMUNDO POR GABRIEL RUMOR

Es imposible o por lo menos difícil continuar viendo con la misma óptica nuestro entorno vegetal, tras leer uno de los libros más fascinantes publicados sobre la vida secreta de los árboles (*).

Peter Wohlleben

Peter Wohlleben

Su autor, Peter Wohlleben, es un guardaparques alemán cuya experiencia de veinte años al timón de un distrito forestal en la comuna de Hummel – al sur de Colonia, entre el Rhin, la Moselle y las Ardenas belgas- ha transformado su concepción de los bosque, más allá del enfoque convencional centrado en la explotación maderera.

Cuando se sabe – afirma- que un árbol tiene memoria y es sensible y que los padres viven con sus vástagos, no es concebible abatirlos a la brava y destruir su habitat bajo la carga salvaje de tractores, que en sus dominios han sido sustituidos por el método menos brutal de la tracción animal ancestral.

Roble

Roble

Es el suyo un viraje existencial que lo ha llevado a organizar sesiones de supervivencia y cabañas para el gran público, un cementerio forestal natural para la inhumación de cenizas y urnas fúnebres y la creación de reservas donde la naturaleza puede, en absoluta  libertad, recuperar los derechos vulnerados por la civilización.

Cómo ignorar en adelante la ordalía que significa la existencia agónica de los árboles en las grandes metrópolis, asimilable según Wohlleben a niños vagabundos, sometidos a las inclemencias de un urbanismo que, por ejemplo, enaniza las dimensiones de las sequoias donadas por visitantes extranjeros a los bulevares europeos, privadas del entorno familiar que  estimula su crecimiento majestuoso en los bosques californianos.

Porque no cumplen la misma función protectora los olmos, los robles, las encinas o los tilos plantados en su vecindad ni el suelo petrificado, que impide la permeabilidad correcta de las lluvias, permite a sus raíces una expansión airosa como en los suelos suaves, húmedos y pletóricos de humus, mientras absorven las rociadas invernales de sal para combatir la nieve y, colmo de la indignidad, sus troncos resisten las meadas de las mascotas en sus caminatas callejeras…

Sequoias en California

Sequoias en California

Sólo la fortaleza secular de esos colosos naturales les permite resistir a dificultades que, sin embargo, se ceban en especies como las encinas, sometidas a podas periódicas con objetivos estéticos que disminuyen su capacidad para la fotosíntesis, fundamental para su bienestar y, al debilitarlas, favorecen la introducción de hongos y parásitos que a la vuelta de algunos años darán cuenta de su maltrecha estructura.

Llega el momento en que, después de un periodo de solícitos cuidados por las municipalidades, el árbol es dejado de su cuenta y en su lucha por la supervivencia deviene huésped engorroso, porque sus raíces poco profundas lo hacen presa fácil de los ventarrones veraniegos o porque perfora las cañerías en busca del frescor que tanto necesita para combatir el calor quintuplicado por el concreto de las avenidas y las edificaciones.

Y entonces se le somete a cortes profilácticos o, más radicalmente, a la tala, para su reemplazo con individuos nuevos que plantearán idénticos problemas con el paso del tiempo, para erradicar el peligro que representan las mariposas y garrapatas infecciosas que desde los árboles caen sobre los paseantes, a veces con graves consecuencias.

Como en una venganza espontánea (¿y por qué no deliberada?) contra la sociedad que ha hecho de su vida un verdadero tormento….

Bulevar de Montmartre, por Camile Pisarro

Bulevar de Montmartre, por Camile Pisarro

En resumen, concluye el guardaparques-filósofo de Hummel, es de tal magnitud la acumulación de obstáculos que los bosques citadinos sucumben a edad más temprana, porque las libertades que gozaron en su juventud no compensan jamás los contratiempos de la madurez; y el único consuelo podría ser que las colonias plantadas arbitrariamente y con simetría por razones urbanísticas pudiesen intercambiar mensajes olfativos con sus congéneres para compartir sus sufrimientos.

(*) Peter Wohlleben: “La Vie Secrete des Arbres”, Editions des Arenes, París 2015.

Varsovia, septiembre 2019.