VUELAN LAS GRULLAS
En la provincia china de Jiangxi, como en la hermosa película de Mikhail Kalatazov, clásico de la cinematografía soviética, esperan la migración de las grullas blancas que cada noviembre bajan desde Siberia para invernar en el valle del río Yangtze.
Y para asegurarse de que así sea, informa el semanario europeo China Daily, la periodista Zhou Haiyan decidió alquilar veinte hectáreas de terreno para plantar lotos con que alimentar a esas aves no sólo majestuosas sino responsables del crecimiento demográfico de la gran nación oriental.
Los 3.600 ejemplares de esta especie al borde de la extinción muestran particular atracción por el lago Poyang, el mayor de agua dulce en China, donde se alimentan de roedores, peces, insectos y arándanos pero, sobre todo de las raíces de loto que comenzaron a escasear cuando los campesinos optaron por sembrar arroz, menos romántico desde luego pero de mayor rendimiento económico.
Entonces, Zhou, aficionada a la fotografía de aves, trocó su oficio de reportera de televisión para devenir protectora de los pantanos de un suburbio de Nanchang, capital de la provincia y, junto a otros colegas, fundó una ONG que logró reunir dos millones de yuanes (292 mil dólares).
Verlos disputarse la comida con patos y gansos salvajes fue demasiado para la sensibilidad de la reportera, que contribuyó casi con un tercio del dinero mientras esperaba el auxilio del gobierno y otras organizaciones protectoras de la vida natural
Con ellos rentó una pequeña parcela que sembró de lotos para satisfacer el apetito de las grullas, y mantiene una sala de exhibición para inculcar a los vecinos el amor por esos animales y aguarda ahora la visita del profesor Guo Yumin, de la Universidad de Beijing con un grupo de expertos rusos para considerar medidas adicionales de protección a esa especie, una de las más amenazadas del planeta.
Varsovia septiembre 2018.
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