ISLANDIA, AZOTE DE LAS BALLENAS
Grupos ambientalistas han calificado de moralmente repugnante los planes anunciados por el gobierno de Islandia de eliminar más de dos mil ballenas en los próximos cinco años, en un chocante desafío, junto a Noruega, a la prohibición en vigencia desde 1987 que protege a los imponentes mamíferos oceánicos.
Japón, otro país recalcitrante que se aprovechó por años del subterfugio de la investigación científica, anunció hace tres meses su retiro de la convención protectora internacional.
El Independent londinense reporta que las autoridades de Rejkiavik han autorizado a los pescadores arponear 209 rocuales comunes y 217 ballenas mink en las aguas territoriales, anualmente, hasta el año 2023, aduciendo que dichos volúmenes son sostenibles porque se apoyan en las investigaciones científicas más recientes.
Al efectuar el anuncio, el gobierno hizo referencia a los beneficios económicos de la pesca ballenera, proclamados por el Partido Indendentista, y a cifras oficiales que muestran una recuperación en la población que otrora enfrentó el riesgo de extinción.
Los recuentos de 2015 habrían así indicado que el número de ballenas en el centro del Atlántico Norte sería de 37 mil, triplicándose en comparación con el año 1987 y que, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, el contingente de rocuales se halla en aumento.
Son cifras que los ecologistas contradicen y señalan que no deberían servir de luz verde para intensificar la cacería, porque los ingresos de 39 millones de dólares de la observación turística, obtenidos en 2017, casi duplican los producidos por la captura de los colosos marinos.
Varsovia mayo 2019
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