Exiliada de Edna St. Vincent Millay

 

Nuestra EcoPoesía del domingo pertenece a Edna St. Vincent Millay, una de las poetas más exitosa y valorada de los Estados Unidos de su tiempo.

EoPoesía

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Exiliada

 

Buscando en mi corazón el verdadero motivo de su pena,

esta fue la causa que hallé:

que estoy cansada de las palabras y las personas,

enferma de la ciudad, deseosa del mar;

deseosa de la dulzura salada y pegajosa

del viento fuerte y la espuma quebrada,

deseosa del sonido fuerte y el sonido suave

del gran oleaje que rompe todo el día.

Siempre antes frente a mi patio,

marcando el alcance del mar de invierno,

arraigado en la arena y arrastrando maderos,

rezagando las flores moradas del guisante silvestre.

Siempre montaba la ola en la mañana,

sacudía la area de mis zapatos en la noche,

y ahora estoy atrapada debajo de edificios grandes,

golpeada por el ruido, confundida con la luz.

Si yo pudiera escuchar el gemido de los pilotes verdes.

Bajo los muelles de madera mecidos por el viento,

ver una vez más los barriles oscilantes,

y los maderos negros que rodean los aliviaderos;

si pudiera ver los mejillones barbudos

incrustados en los cascos naufragados y podridos,

oír una vez más los chillidos hambrientos

de las gaviotas dando vueltas sobre mi cabeza;

Sentir una vez más la choza estremecida

bajo el cambio de la marea,

temer una vez más la avenida de agua que sube,

el pavor de la campana en la niebla allá afuera,

¡sería tan feliz! —eso era felicidad—

pasar todo el día en la costa de Maine.

Tengo necesidad de tener y mantener

conchas y anclas y botes otra vez.

Me haría tan feliz, que soy feliz.

Nunca antes desde que llegué aquí.

He estado tanto tiempo lejos del agua;

tengo necesidad de estar cerca del agua.

 

 

Edna St. Vincent Millay (1892-1950)

 

Nace en Rockland, Maine, Estados Unidos.

Fue una poeta, dramaturga y feminista. Galardonada con el Premio Pulitzer de Poesía en 1923 por «The Ballad of the Harp-Weaver».​ Usaba el pseudónimo Nancy Boyd para su trabajo en prosa

 Respetada por sus Sonetos, fue bohemia e irreverente. Se preciaba de ser una gran lectora. Su poema “Renacimiento» y sus lecturas de poesía le valieron un gran reconocimiento. En 1943 fue la sexta persona y la segunda mujer en ser condecorada con la Medalla Robert Frost por su contribución de por vida a la poesía americana.