Drones para la ciencia
MIRAMUNDO POR GABRIEL RUMORLos drones están revolucionando la investigación ambiental, haciéndose indispensables en el monitoreo de los bosques, los rios, los plantíos y la vida salvaje; verificando la regeneración de las zonas madereras, advirtiendo a los agricultores donde aplicar fertilizantes y pesticidas, e internándose con presteza en zonas de desastre, gracias a una tecnología que avanza con igual celeridad que caen sus costos de empleo.
Su estructura de fibra de carbón se hace más liviana aunque mantiene la fortaleza, mientras las baterías y la electrónica reducen su tamaño, utilizando menos energía y los sistemas GPS y el software de navegación facilitan y hacen mas seguro el manejo de numerosos sensores en cámaras de tres colores cuyos algoritmos procesados pueden tridimensionar las imágenes y los datos recogidos.
Y, sin embargo, afirma la revista NATURE, su potencial es aún infinito, una vez que sean superadas las limitaciones actuales en su manipulación y los científicos logren armonizar con los legisladores una reglamentación que se hace desear, por razones obvias, dada su recientísima aparición.
El enfoque legal, que difiere ampliamente según los países, suscita una confusión que impide a los expertos conducir investigaciones, sobre todo en las ciudades o en áreas con intenso tráfico aéreo, incrementando los costos y comprometiendo su eficacia en la vigilancia de los espacios verdes urbanos o la detección de deforestación ilegal en la Amazonia y el deshielo en el Artico y los Himalayas.
Su empleo incorrecto ha disparado las alarmas ambientalistas, al punto de vetar sus vuelos sobre todos los parques nacionales de los Estados Unidos, al comprobar que el ruido ha cuadruplicado los problemas cardíacos de los osos negro y provocado la dispersión de los rebaños salvajes, mientras en en Inglaterra se han decretado zonas prohibidas en la vecindad de los aeropuertos, límites de altitud y normas más estrictas de entrenamiento para los pilotos.
Ya se han dado los primeros pasos de una standardización legal que simplificaría su utilización, tanto como la mejora de los sistemas que dirigen sus vuelos, para proteger la seguridad pública y la privacidad de los ciudadanos y evitar las colisiones.
Otro aspecto primordial es la duración, ahora limitada, de los vuelos y ya se desarrollan células de litio sólido para reemplazar las baterías convencionales, que, junto con mejorar la eficacia de la electrónica y reducir el peso y alas fijas que ofrecen menos resistencia al aire que los rotores, permitirían el rastreo de áreas forestales más extensas.
Igual podría contribuir la locomoción híbrida a base de electricidad e hidrocarburos; y, mientras los drones movidos con células fotovoltaicas son una realidad, la mirada está puesta en dispositivos que permitirían recargar en vuelo las baterías gracias a una conexión wi-fi y a señales de ultrasonido.
Finalmente, la recolección y procesamiento de datos deben perfeccionarse porque, aunque ya existe el software necesario, los algoritmos esperan su uniformación, por ejemplo, para evitar las distorsiones y omisiones del procesamiento de imágenes digitales con fines arquitecturales cuando se aplican a superficies más complejas, como la vegetación.
En resumen, son tan variados y urgentes los retos de los drones que NATURE invita a incrementar el diálogo y la colaboración entre legisladores, usuarios, creadores y fabricantes para expandir su uso científico y democratizar la imaginería remota, aprovechando encuentros programados en Londres en octubre y Nanjing en noviembre, y las conferencias regulares de la Sociedad de Geociencia y Sensibilidad Remota del Instituto de Ingeniería Eléctrica y Electrónica.
Varsovia 0ctubre 2019
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