Yellowstone salvado por sus lobos
Hace un cuarto de siglo las autoridades del emblemático parque nacional del oso Yoggy decidieron reintroducir a sus principales depredadores, los lobos, para devolver el equilibrio al ecosistema, en la primera de las experiencias realizadas a escala global, que, según refiere el GUARDIAN de Londres, exhibe hoy un éxito clamoroso, gracias al tesón de Dough Smith, el biólogo contratado entonces para supervisar el proyecto.
Fue todo un reto porque esas bestias magníficas que alguna vez se enseñorearon desde el Artico hasta México, fueron cayendo bajo el plomo de la conquista de los vastos espacios norteamericanos, hasta la última, en 1926, en respuesta a lo que se consideraba una amenaza para los rancheros y competencia desleal para los cazadores de grandes herbívoros, aunque, en realidad, su peligrosidad vis-a-vis los rebaños fuese ridícula en comparación con los osos y jaguares.
Aunque en los años 70 quedaron incluidos en la Ley de Especies Amenazadas, la leyenda negra que los rodeaba obligó a esperar todavía dos décadas para su reintroducción, aunque su presencia fuese urgente para frenar la expansión de coyotes y ciervos, que devastaban los bosques de sauces, álamos y coníferas.
Sin los árboles se enrareció el canto de los pájaros, los castores se vieron privados de la madera para sus barreras y las riberas comenzaron a erosionarse carentes de tal protección y la temperatura de los ríos se elevó hasta dejar en el olvido el estupendo espectáculo de los peces de agua dulce.
Ahora, señala el matutino, los científicos se sorprenden de la celeridad con que los lobos han estimulado la transformación, a un costo ciertamente elevado de 30 millones de dólares que se compensa, sin embargo, con los 35 millones que dejan anualmente los visitantes a una reserva privilegiada como Yellowstone. Para admirar a esos animales generalmente tímidos, que se esconden en áreas remotas y ahora han vuelto tan al sur como Colorado, al extremo occidental en el norte de California y a las puertas de las Cascadas en los estados de Washington y Oregon.
Es una lucha que no ha concluido porque la restitución de los animales a sus lugares ecológicamente correctos tropieza, por una parte, con restricciones burocráticas que asfixian su movilidad y, por la otra, con cierta laxitud en la aplicación de una legislación que deja en manos de los estados la gerencia de los recursos naturales, con el resultado de que, por ejemplo, en Wyoming está permitido disparar a los lobos cuando son vistos fuera de los parques nacionales.
Sin embargo, su reaparición en Yellowstone demuestra la pertinencia y validez de la Ley respectiva y su éxito en la salvaguarda de la biodiversidad, sin la cual no sólo ellos sino otras dos mil especies hubiesen quizás desaparecido.
Una noticia estimulante, desde luego, en estos tiempos cuando la ignorancia campea en los niveles más altos de la Administración estadounidense.
Varsovia, marzo 2020
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