UNA MONTAÑA PARA EL CUMPLEAÑOS
por Gabriel Rumor
Un regalo monumental entregará Noruega a la vecina Finlandia para celebrar el centenario de su independencia de la Rusia soviética en diciembre de 2017: el monte Halti, de 1.400 metros de altitud, considerado la elevación finesa más notable aunque se halla en realidad en territorio noruego.
Monte Halti
En Oslo, la Primera Ministra Erna Solberg alega que todavía resta por resolver algunas formalidades antes de adoptar la decisión final, solicitada por un grupo de sus compatriotas, de correr la frontera una cuarentena de metros al noreste para hacer realidad la propuesta formulada en 1972 por Bjorn Geirr, hoy de 76 años, cuando trabajaba la Oficina Cartográfica noruega.
La línea recta que delimita ambos países en el área del monte Halti fue trazada a mediados del siglo XVIII y es considerada por algunos como “geofísicamente ilógica”; el alcalde de Kafjord, una comunidad ribereña apoya la idea porque considera que no costaría nada a Noruega y, en cambio, significaría muchísimo para los finlandeses y un lector de un diario local ha calificado la idea de elegante, digna de ser recordada durante el próximo milenio.
Sería en cierta manera, afirma el New York Times, una operación de balanceo, porque mientras Noruega es famosa por su exuberante topografía de fiordos, cataratas y glaciares, la bucólica Finlandia es plana como una nadadora olímpica aunque puede vanagloriarse de millares de lagos y los bosques umbrosos que inspiraron a Sibelius, su héroe nacional.
Pero la idea no excita a todos por igual y la presidenta de la comunidad lapona que habita la región, considera al Halti una montaña sagrada e irrelevantes los límites internacionales; resabios de una mentalidad colonial y expresión de un gesto tanto más absurdo porque se estaría regalando lo que no se posee…
Halti –ha dicho- se halla en territorio habitado por los lapones en ambas vertientes, los límites no les han causado sino problemas y extraña desde el punto de vista indígena la idea de que una montaña pueda ser propiedad de algún estado; y otro líder indígena advierte del peligro de que, convertida en atracción turística, pudiera desencadenar un boom de construcciones negativo para la región; sin hablar de que existen frenos legales y de que la Constitución noruega habla del Reino como algo indivisible.
Y sin embargo, como señala un politólogo de la Universidad de Helsinki, se trataría en fin de cuentas de una muestra de fraternidad entre dos pueblos que estuvieron sometidos al dominio de suecos, rusos y daneses y tradicionalmente considerados en Escandinavia los hijos de la panadera.
Varsovia septiembre 2016.
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