Europa con faldas y ecológica
Vientos de cambios flotan con la llegada de dos fuertes personalidades – la alemana Ursula von der Leyen a la Comisión Europea y la francesa Christine Lagarde al Banco Central Europeo- cuyos programas ponen énfasis en el tema ecológico que mortifica a los dirigentes políticos, los círculos científicos y, en general, a los ciudadanos del Viejo Continente.
Soplos oportunos y bienvenidos para contrarrestar la obtusa posición adoptada por la Administración estadounidense que ha significado un freno a los acuerdos alcanzados para proteger la biosfera, después de arduas y fastidiosas negociaciones. U
En Estrasburgo, la ex-ministra de Defensa de Alemania, obtuvo un rotundo respaldo del Parlamento Europeo a su propuesta de conducir un equipo de 26 comisarios que intentarán hacer frente a las compañías tecnológicas y atacar el cambio climático.
Fue una victoria importante porque la diferencia de 461 a 157 con 89 abstenciones (entre ellas, curiosamente, de los partidos verdes) dejó para la historia el estrechísimo margen con que la señora von der Leyen fue confirmada hace sólo cuatro meses, aportándole ahora un respaldo de tremenda utilidad para una agenda que se anuncia cualquier cosa menos un lecho de rosas.
Porque, a pesar de su pregonado multilateralismo y sus gestos diplomáticos de buena voluntad, no le será fácil lidiar con el presidente Trump, irreductible a las advertencias ambientalistas, que ahora, sin duda, se sentirá motivado a respaldar a las compañías tecnológicas cuya intrusión en la vida privada comienza a irritar a los medios y las autoridades europeas.
En ese combate, la nueva presidenta contará con el apoyo de los tres principales grupos parlamentarios – conservadores, socialdemócratas y liberales- y hasta de algunos miembros venidos de la alianza de euroescépticos que incluye al partido gobernante en Polonia, sistemáticamente adverso a las políticas de Bruselas.
Ese mismo día, en Frankfurt, la nueva presidenta del Banco Central Europeo hizo pública su hoja de ruta para los próximos años, con un fuerte acento en la protección ecológica que muy poco perturbó el sueño de su predecesor.
Armonizar la sostenibilidad con las políticas monetarias es la idea central sobre la que basaría la señora Lagarde su gestión al frente de la importante institución. Si la dejan, por supuesto; porque haciendo honor al vieja recomendación de que puede uno meterse con el santo pero no con la limosna, algunas de las principales autoridades financieras han mostrado ya su desacuerdo.
Y es que si bien el Vice-Presidente de la UE, Valdis Dombrovskis se pronunció dispuesto a examinar una reducción a las tasas impuestas a los préstamos bancarios favorables a la ecología, para generar los millardos de euros necesarios en los próximos decenios, el presidente de la Reserva Federal en Washington descartó que no por importante el tema del cambio climático fuese prioritario ni de la incumbencia de su institución.
En cualquier caso, la iniciativa de la señora Lagarde, en contraste con el desdén que el tema motivó durante el largo reinado del italiano Mario Draghi, es significativa de una inflexión que debería llenarse con los contenidos de índole social que se hacen presentes, cada vez con mas vehemencia, en el debate de calle y los editorialistas del Viejo Continente.
Varsovia diciembre 2019.
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