El olor de la vieja Europa
Un grupo de científicos, historiadores y expertos en inteligencia artificial han anunciado el lanzamiento del proyecto ODEUROPA, con un presupuesto de 2.8 millones de euros, para identificar e incluso recrear los aromas que alguna vez deleitaron, o por el contrario ofendieron, las pituitarias de los ciudadanos del Viejo Continente.
La empresa iniciará sus trabajos el próximo enero, limitándose al lapso de los siglos XVI al XX, para rastrear las descripciones de olores en textos antiguos en siete idiomas y husmear detalles olfativos en grabados y pinturas, con el objetivo final de una enciclopedia on line con énfasis en determinados aromas y las emociones que suscitaron en algún momento de la historia.
Algo que fascinaría, desde luego, al héroe del best-seller de Patrick Suskind.
Se trata en cierto modo, de una búsqueda de las raíces a través de las referencias, por ejemplo, al incienso litúrgico o el tabaco, al empleo del romero para combatir las pestes o de las sales como un antídoto para los desmayos emblemáticos del Romanticismo, que, quizás, contribuirá a cimentar el proceso de la unidad europea que cada vez pareciera más utópico.
La evolución del tabaco, ha referido al GUARDIAN londinense el profesor William Tullett de la Anglia Ruskin University en Cambridge, miembro del equipo, es particularmente interesante, porque fue introducido a raíz del encuentro con América y de un género exótico de olor pasó a formar parte de manera acelerada de la cotidianidad de los pueblos y ciudades europeas, al punto que abundan los testimonios del rechazo que su uso en los teatros suscitó en el siglo XVIII.
El equipo de investigadores se propone además colaborar con químicos y perfumistas para recrear aquellos olores y añadirlos a la atmósfera de los museos y lugares históricos e incrementar el efecto emocional en los visitantes, un poco como ya hace el Jorvik Viking Center de York, Inglaterra, con los efluvios, aunque no especialmente placenteros, de los asentamientos vikingos.
En definitiva, precisa el profesor Tullett, el propósito es estimular a la gente a ponderar todas las impresiones del pasado olfativo europeo, así las desagradables como las más fragantes, para que las visitas a los museos no queden asociadas en el recuerdo solamente a los baños y la madera quemada.
Varsovia, diciembre 2020.
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