El psicólogo Antonio Marín habla sobre la migración resiliente
Directora de Planeta Vital
Por Marisela Valero @lavalero
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Psicólogo Antonio Marin
Mi invitado es Antonio Marín, psicólogo de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Tony, como lo llamamos sus amigos y colegas, está residenciado desde hace más de 20 años en Massachusetts, Estados Unidos, trabajando en el área educativa gran parte de su carrera profesional. Actualmente está en el Departamento de Educación Especial en Fuller Middle Schooll de Framinghan, Massachusetts.
Mister Marín, como lo llaman sus alumnos en la escuela, se ha dedicado con mucha vocación al tema de las familias migrantes, atendiendo sus necesidades educativas, a la vez que los incentiva y apoya en su proceso de reinserción a una nueva vida ciudadana, sin perder sus raíces latinas.
El tema de la migración resiliente es amplio y complejo, por lo que sabemos que será sólo un “abreboca” para despertar en muchos el interés por seguir ahondando sobre tan interesante y vigente tópico de la Ecología Psicosocial.
La emigración es un viaje incierto. Foto PIXABAY
Nos comenta Antonio Marín que el proceso de emigrar representa sin duda afrontar una alta vulnerabilidad e incertidumbre ante nuevas perspectivas de vida, implica separaciones afectivas, dejar atrás costumbres y vivencias cotidianas, se llega incluso a hablar sobre el “duelo migratorio” que acompaña al migrante. Por eso, es muy importante también destacar los factores protectores que moldean este complejo proceso.
En el podcast vamos a reflexionar sobre esas fortalezas personales, familiares y sociales, así como otras estrategias vitales de gran valor para lograr objetivos migratorios, que forman parte de ese concepto psicológico denominado «resiliencia». El factor protector o resiliente es la influencia que modifica, mejora o altera la respuesta de una persona ante este proceso novedoso, que colabora con su adaptación efectiva.
Los viajes y sus migrantes. Cortesía PIXABAY
La resiliencia sería en todo caso la posibilidad de superar con éxito la etapa migratora, logrando fortalecerse en dicho proceso como individuos y familias, a la vez que aportan valores dentro de sus nuevas comunidades.
La migración tiene que asumirse como un proyecto familiar, porque aunque el viaje se inicie de forma individual, todo el contexto se ve afectado por esta decisión, que en sí mismo es una estrategia e incluso un proceso de vida, ya que en muchas ocasiones nunca se retorna al país de origen.
Las habilidades y estrategias para afrontar la migración varían en cada caso, en su mayoría uno de los padres o alguien de la familia debe irse primero y esperar el momento preciso que incluye, entre otras cosas, tener un trabajo seguro y una estabilidad económica suficiente para poder incorporar el resto de la familia a ese nuevo proyecto de vida.
Los niños mientras más pequeños mejor se logran adaptar a su nuevo destino migratorio. Foto PIXABAY
Tony nos dice que es muy importante considerar ciertos aspectos cuando se habla de resiliencia en la migración, uno de los más relevantes es la edad o etapa evolutiva en la que se encuentra el emigrante, mientras más pequeño el niño resulta menos conflictivo el proceso, ya cuando se trata de un adolescente o un joven, sus inseguridades, miedos, su incapacidad de comunicarse en otro idioma, pueden llegar a ser factores decisivos que impidan su adaptación y dependerá mucho del bagaje emocional, educativo y familiar que haya adquirido en su niñez, el poder avanzar positivamente en esta nueva y exigente etapa de vida.
Imaginen lo complicado que resulta la migración de adultos mayores, con múltiples dolencias físicas y mayor vulnerabilidad emocional.
Por otro lado, las variables familiares vinculadas con la seguridad y la comunicación son primordiales hacia un orden más estable, porque una familia más unida, comunicativa, tolerante, con valores compartidos y que establece contacto facilmente en su nueva comunidad, seguramente avanzará más rápido hacia su proceso migratorio exitoso.
Ahora bien, el factor vital para lograr la adaptación resiliente del emigrante, según nuestro invitado, es la capacidad que se tenga para establecer redes colaborativas de apoyo. Mientras más rápido y de forma efectiva los migrantes se vinculen a las fuerzas vivas de la comunidad, más fluido será el proceso de insertarse en la nueva dinámica social.
Hay personas y/o familias que se mantienen en una especie de “gueto”, incomunicados, solo relacionándose con su grupo familiar o conocidos, temerosos por su situación, mientras que otras, aún siendo ilegales, en cuanto llegan al nuevo país asisten a su iglesia, se conectan con los Centros Comunitarios, inscriben a los niños en las escuelas de la zona, se presentan a convocatorias o reuniones del sector y definitivamente éstas lograrán una migración mucho más resiliente.
La foto inferior proviene de un Taller de Comunicación para Familias Latinas que realizó Tony Marín, bajo la coordinación de la hermana Verónica en la Catedral de Worcester, Massachusetts y al cual fui cordialmente invitada como voluntaria. Un ejemplo de la importancia de establecer redes de apoyo para las familias migrantes. Fue un enriquecedor intercambio para ofrecer herramientas sociales para una migración resiliente.
Nadie quiere salir de su casa y de su tierra cuando se siente a gusto, por lo que la migración forzada es un fenómeno exigente y que moldea la vida tanto de quienes tienen que viajar, como de quienes los reciben en su nuevo ecosistema. Es un intercambio dinámico de saberes culturales, costumbres, idiomas, valores, normas e incluso manera de vestir, entre muchos otros aspectos.
Selfie con Tony, después de grabar
Desde Planeta Vital pensamos que, aunque falta aún mucho más por decir acerca de este interesante tema, creemos que lo más importante es que cada persona, en su calidad de migrante o receptor de migración, ofrezca lo mejor de si mismo para enriquecer este proceso que va en aumento cada día. Un migrante es un ser resiliente en su esencia, aprender mutuamente representa una experiencia por demás interesante y por qué no decirlo, también un reto a la adaptación de nuevos ecosistemas psicosociales más inclusivos y multidiversos.
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