NOS QUEDAMOS…¡SIN ARENA!

 por Gabriel Rumor

Cuando creíamos estar curados de espantos, el INDEPENDENT londinense revela que también la arena está desapareciendo de la faz del planeta y que unas mafias internacionales se han infiltrado en el negocio de su extracción.

Uno creería que el producto es inagotable y que se exagera la amenaza de agotamiento que pesa sobre los desiertos, pero a la naturaleza le toma miles de años crear la arena por erosión y la necesidad del material va en aumento en la industria del vidrio y, sobre todo, del urbanismo.

Wadi Rum- Jordania

Wadi Rum- Jordania

Cuando se aprecian las enormes extensiones de los desiertos del globo, la angustia puede parecer absurda, pero ocurre que hay arenas y arenas y como, por ejemplo, la finísima granulada del Sahara no es apta para la edificación, los mineros deben concentrarse en los bancos de los ríos locales y en el litoral, provocando un cúmulo de problemas humanos y ambientales.

Sahara

Sahara

Según estadísticas de la ONU, en 2012 utilizamos casi 30 millardos de toneladas tan sólo para fabricar concreto; suficientes para levantar un muro de 27 metros de alto y 27 de ancho en torno a la linea ecuatorial y entre los científicos cunde la ansiedad por un problema de escasez que tiene profundas significaciones sociopolíticas, económicas y ambientales.

Históricamente, apunta el diario, la arena había sido un recurso común que se extraía y utilizaba a una escala global, pero la combinación de carencias regionales, mayores reglamentaciones y la apreciación del impacto ambiental de la minería ha convertido a la plebeya arena en un commodity costoso y globalizado cuyo precio se incrementó seis veces en el último cuarto de siglo.

Una playa en La India

Una playa en La India

Una playa hindú

Sólo en los Estados Unidos, la producción de la industria arenera que vale alrededor de 9 millardos de dólares, aumentó 24% en el pasado lustro, pero si bien los niveles extractivos son altísimos allí y en Europa, los mayores consumidores se encuentran ahora en países asiáticos en acelerado desarrollo.

El apetito de China por construir es de tal magnitud que en el lapso de 2011 a 2013 empleó más concreto que los Estados Unidos en todo el siglo XX; un caso emblemático es Singapur, que añadió 130 kilómetros cuadrados a su exiguo territorio en un lapso de cuarenta años, arrojando millones de toneladas al océano y Vietnam podría confrontar un severo problema de abastecimiento ya en 2020.

Y con los grandes negocios, el comercio arenero comienza a interesar también a las mafias criminales, sobre todo en la India, donde crece la minería ilegal por las debilidades administrativas y la corrupción, generando auténticas guerras en que han muerto ya centenares de personas.

En Kenya, está lesionando los arrecifes coralinos; en la India, los cocodrilos, y algunas de las millares de islas indonesias han prácticamente desaparecido por la minería abusiva, y la destrucción de los ecosistemas incrementa la vulnerabilidad a cataclismos como las tormentas y los tsunamis.

Controlar el negocio se ha complicado porque el recurso no pertenece a nadie pero ya algunos países se abocan al problema y a principio de 2017 la Coastal Commision de California suspendió las operaciones areneras en la bahía de Monterrey tras detectar un incremento en la erosión.

Barrera de coral amenazada

Barrera de coral amenazada

Como alternativa, el Reino Unido extrae cada día sus requerimientos del fondo del océano y otros países lo importan de lugares más o menos exóticos, como Groenlandia, donde el calentamiento global ha derretido la capa de hielo, liberando vastas cantidades de grava y arena y el desarrollo del sector podría contribuir a independizarlo de los subsidios de Dinamarca, y, en otros países, el diario revela una presión creciente para generar materiales de reemplazo con el reciclaje del concreto y de cuantiosísimos desechos plásticos.

Pero, al final del día, es una nueva fuente de preocupación mientras más y más ciudadanos de los países en desarrollo reclaman acceso a un bienestar que, durante siglos, estuvo reservado a las metrópolis del primer mundo.

Varsovia, enero 2018.