Drones para el bienestar
por Gabriel Rumor
Aparte de su formidable utilidad militar en la guerra contra el terrorismo, los drones van incorporando a su función lúdica de fin-de-semana una variedad creciente de aplicaciones al servicio de las organizaciones humanitarias.
BILAN, el matutino económico suizo, refiere que la ONG MEDAIR, especializada emergencias echó mano a estos aparatos para medir la extensión de los daños causados por el sismo que sacudió Nepal en abril pasado, a fin de precisar cuáles zonas estaban más urgidas y planificar el envío de pertrechos a las zonas bloqueadas por los deslizamientos de tierra.
No era la primera vez, porque la asociación basada en Lausanne colabora desde hace dos años con la compañía senseFly, en el mismo cantón de Vaud, con el modelo de evaluación Exom, y el eBee para cartografiar el terreno a ser reconstruido, y es una tendencia en auge que la ONU comenzó a regimentar desde el año pasado a raíz de los tifones que azotaron las islas Filipinas.
Empresas como la estadounidense Measure trabajan con la Cruz Roja y, en Suiza han proliferado compañías como Flyability para inspección industrial con los bomberos y la policía, y el proyecto Red Line del Instituto Tecnológico de Lausanne que preve volar muy pronto en Africa sus primeros cargos.
Es un recurso sumamente práctico porque sus cámaras térmicas brindan informaciones instantáneas que permiten localizar a siniestrados aún con vida bajo los escombros y proteger a los socorristas de las bandas criminales que suelen activarse cada vez que ocurren las catástrofes.
Por su parte, el GUARDIAN informa que en los países en desarrollo crece el monitoreo con drones provistos de sensores infrarrojos en los cultivos para detectar enfermedades y animales parásitos
La capacidad de estos aparatos manejados a control remoto para sobrevolar campos de maíz, patatas o arroz puede significar para los granjeros la diferencia entre una cosecha fallida o un maná de riqueza.
En septiembre, relata el diario británico, drones del tipo eBee demostraron en Sri Lanka que pueden alertar de manera temprana sobre problemas eventuales en las plantaciones e identificar en las plantas el stress -por falta de agua, poca fertilización o el ataque de algún insecto, que disminuye la fotosíntesis y afectan la clorofila- incluso diez días antes de que sea evidente al ojo humano.
En Uganda y Tanzania, el Centro Internacional de la Patata está realizando experiencias en parcelas de área limitada, conjuntamente con las respectivas oficinas de estadísticas, para asociar datos cruciales a la planificación agrícola, e, igualmente, saber con exactitud dónde se hallan los rebaños, lo cual es de importancia si se presenta de improviso alguna epizootia.
La FAO investiga ahora qué utilidad pueden brindar los drones en el entrenamiento de veterinarios para atacar enfermedades en la boca y las patas de los animales, una auténtica calamidad en los pequeños productores lecheros en países como Kenya o Nepal porque los animales se hayan diseminados en áreas muy vastas que sólo pueden evaluarse en su totalidad mediante una inspección aérea.
Un inconveniente que deberá ser resuelto es el de costos, pues aunque los drones devienen más y más baratos cada día, están todavía fuera del alcance de los pequeños granjeros en el Africa subsahariana, que aprenderán a ensamblarlos ellos mismos con materiales al alcance local gracias, por ejemplo, a un proyecto de la Universidad de Nairobi en colaboración con ingenieros kenianos.
Será como extender al cielo la cooperación que estos agricultores mantienen ya compartiendo sus tractores
Varsovia, diciembre 2015.
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