CALIFORNIA, PALADIN ECOLOGICO
por Gabriel Rumor
El gobernador Brown suscribe, en 2015, legislación para incrementar en 50% las energías renovables hasta el año 2030.
Escéptico ante los innumerables estudios científicos que ratifican el calentamiento global y su secuela de efectos negativos para el planeta, el presidente Donald Trump tendrá en el frente ambiental, doméstico e internacional, un adversario que podría, incluso, comprometer seriamente un mandato que comienza marcado con signos tan ominosos como la designación de un funcionario altamente conflictivo para lidiar con los asuntos ecológicos.
Y es que si Bill Clinton se hizo alguna vez de la Casa Blanca con el slogan de “¡Es la economía, estúpido!”, ahora el tema fundamental es la preservación del medio ambiente, imbricado de tal manera con todos los demás, que la sociedad global observa con preocupación el viraje anunciado por el nuevo líder estadounidense, en ruptura absoluta con las iniciativas que quedarán entre lo más plausible de la Administración saliente.
Calfornia ha liderizado desde hace medio siglo la defensa ecológica en los Estados Unidos y su gobernador, el demócrata Jerry Brown, da ahora los pasos para alzarse como el paladín de la resistencia, tanto porque allí la señora Clinton venció con una ventaja de cuatro millones de votos como por el poderío de un estado que representa la décima economía del mundo, con un producto bruto que ronda los 2.5 billones de dólares…
Su economía, informa el New York Times, está movida por la industria de alta tecnología y prominentes institutos científicos que le han permitido jugar un papel internacional, como la iniciativa 2MOU -que obtuvo el apoyo de organismos e instituciones de 33 países con una población total de un millardo de personas- centrada en el control de las emisiones tóxicas para mantener el calentamiento global por debajo de los dos grados centígrados.
En lo interno, California es ejemplar desde hace tiempo en el control de las emisiones del parque automotor y su programa para limitar el efecto invernadero y permitir a las compañías comprar y vender créditos según el nivel de sus emisiones, está vinculado a otro similar en el Quebec canadiense y es objeto de conversaciones para unificar esfuerzos con países como China y México.
Es una actitud que presenta riegos porque el presidente Trump y la mayoría republicana del Congreso tienen el poder de torpedear sus políticas ambientales, reduciendo los fondos a la vasta comunidad de investigación que incluye dos laboratorios y frenando la instrumentación de la protección en vigencia.
Eso forzaría a una agotadora campaña de combates políticos y legales más que científicos y tecnológicos y, como alertan algunas personalidades de la economía, la imposición de niveles de eficiencia en el sector de la computación, significaría una desventaja que pudiera alejar del estado a empresas importantes, con el lógico daño al empleo y la paz social.
Personalidades como Kevin de León, presidente del Senado en Sacramento, están conscientes de que Trump podría optar por derogar la legislación del presidente Obama, a fin de golpear el liderazgo climático de California, pero pagaría el precio de eliminar puestos de trabajo y, al final del día, de afectar la economía de los Estados Unidos, a la que California aporta el 13% de su PNB
En la lucha para obtener el apoyo de otras ciudades, estados y naciones, el gobernador Brown ocupará un papel clave, apoyado en su trayectoria desde que asumió el cargo por primera vez en los años 70.
“Tenemos abogados y científicos dispuestos a pelear y estamos preparados para vencer”, declaró a principios de diciembre al calificar como descalabro para los proteccionistas un resultado electoral que, paradójicamente, podría acelerar los esfuerzos de los líderes del planeta para considerar seriamente el cambio climático global.
Varsovia, enero 2017.
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