Zapatos compostables
Lento ha sido el camino de calzado biodegradable PUMA si consideramos que PLANETA VITAL informó en noviembre de 2011 que en breve podríamos enterrar en el jardín nuestros zapatos viejos, camisetas agujereadas y las bolsas deportivas como abono, en lugar de arrojarlos a la basura, contribuyendo a la contaminación urbana.
En estos días, la firma ha revelado que finalmente llega a las vidrieras el producto cuya confección competía entonces con la primera fibra resistente libre de ingredientes químicos, de la también alemana Qmilch de Hannover, a base de caseína de leche, mientras la casa OAT Shoes presentaba en la feria industrial de Amsterdam unas zapatillas ideadas para engendrar árboles frondosos tras haber cumplido su vida útil en las circuitos deportivos.
El negocio de la moda es, paradójicamente, uno de los más afeadores del mundo, responsable del 10% de las emisiones de carbono, y dentro de ella el sector del calzado, con una cifra anual de 70 millardos de dólares, es uno de los peores contaminantes,
Hasta ahora, excepto una décima parte, todos los zapatos viejos iban a morir en los basureros pero, según la publicidad institucional de PUMA, su producción ha fijado metas que incluyen la devolución de productos en grandes mercados, reducción de desechos durante la producción y desarrollo de materiales reciclados.
Es Resuede, el novedoso modelo que debería contrarrestar el 1.4% de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero generadas por la producción de calzados a base de materiales como cuero, plástico, algodón, metales y caucho sintético, tan estrechamente integrados que resultan de dificilísimo reciclaje.
A partir de aquella idea original, su elaboración ha sido laboriosa porque varias empresas del ramo declinaron asociarse al proyecto dada la complejidad del experimento y que el tiempo de degradación no parecía lo suficientemente rápido para garantizar la rentabilidad de sus inversiones.
Ahora, empresas menores como la misma OAT Shoes, Native Shoes, Footwear y Blueview se incorporan a la competencia, echando mano a la tecnología de 3D, pero los desafíos siguen siendo colosales; a comenzar por el precio de venta que debe reflejar la complejidad de la manufactura.
Pero sobre todo porque su alivio ecológico es relativo, pues a pesar de las glamorosas imágenes publicitarias, los tennis veteranos deben sufrir todavía una etapa de descomposición antes de ser añadidos al fertilizante agrícola.
Al final del día, según refiere al GUARDIAN londinense una empresaria vinculada a la Asociación Británica del Calzado, quizás sea el cuero tradicional el rival principal de estas experiencias de noble inspiración ambientalista, dados su durabilidad y el peso cultural en una civilización que ha marchado desde hace milenios con el auxilio de los zapateros remendones.
Y es que alternativas como las conchas de bananas o la corteza de coco, que en un gran porcentaje son importados de China, no alcanzan todavía a competir con el cuero, un producto secundario de la industria alimenticia que de otra forma terminaría en el vertedero, como la opción más asequible al bolsillo de la población siempre en aumento del planeta.
Varsovia, marzo de 2024.
Leave a Comment