Volcanes en la historia
Que el imperio romano cayó destruido por una serie de calamidades provocadas por violentas erupciones volcánicas que alteraron el clima de manera desfavorable y generaron carestía y epidemias, y no por las invasiones bárbaras, como se ha dicho siempre, es la conclusión del estudio de un consorcio de 24 científicos de 18 universidades e institutos de los Estados Unidos, Inglaterra, Suiza, Alemania, Suecia y Dinamarca con especialistas del suelo, el espacio, el clima, la geología e historiadores, publicado en la revista NATURE.
Quince de los 16 veranos más intensos entre el año 500 A.C y el 1000 D.C estuvieron precedidos de grandes erupciones, seguidas de cuatro de los fríos más agudos, reforzando la correlación científica de la actividad volcánica y el cambio climático, como ha sido descubierto gracias a las muestras de hielo extraídas en Groenlandia y la Antártida.
Según el estudio, los volcanes tropicales y las grandes erupciones en Islandia y América trajeron consigo veranos muy fríos en vastas regiones del hemisferio norte, inyectando sulfato y cenizas en la atmósfera superior.
El investigador suizo Michael Sigl afirma que en aquel periodo histórico se registraron al menos dos grandes erupciones cuyas partículas de sulfato cubrieron la parte superior de la atmósfera y provocaron la caída de la temperatura y una reacción en cadena de hambrunas, enfermedades, ruina y destrucción y la llamada “peste de Justiniano que liquidó un tercio de la población del continente.
El clima adverso se habría así sumado a la debilidad militar y la peste fue la puntilla de un imperio ya decadente, agotado por las invasiones de los bárbaros.
Varsovia, octubre 2015.
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