Una tarea bien cuesta arriba: limpiar el Everest
Después que sir Edmund Hillary trepó hasta la cumbre hace sesenta años, más de 2.500 montañistas han conquistado el Everest, a pesar del esfuerzo terrible que la hazaña requiere y el costo de la expedición, que supera los 65 mil dólares por persona. Y los efectos de una tal masificación, que ya son harto visibles en sus senderos, motivan la demanda de los grupos ecologistas para la preservación de la majestuosa montaña,
Un reportaje del Guardian londinense indica que las principales rutas de ascenso lucen ahora más limpias que en los años 70, pero una coalición de grupos ambientalistas mantiene la presión para que el gobierno nepalí adopte una legislación más severa que preserve la pureza de los Himalayas en estos tiempos del turismo multitudinario.
No basta limpiar de vez en cuando, advierte el director de una de esas asociaciones, porque es necesaria una mejor administración de los residuos, y para ello exigen la instalación de excusados portátiles, incineradores de basura y plantas de tratamiento, y penalidades más severas contra los excursionistas descuidados que contaminan aquel paraíso natural.
Y ésto ocurre a pesar de que las expediciones actuales no revisten la parafernalia del sir Edmund, que en 1953 precisó de 1.200 sherpas para transportar los pesados equipos y el oxígeno necesario para culminar la ascensión y porque hay que dejar un depósito por los equipos, aunque otros estiman que la suma de 4 mil dólares no es un incentivo contundente para que los grupos regresen íntegramente a Katmandú cuanto portaban al momento de partir, y no hay el personal capacitado suficiente para supervisar las actividades de tantos visitantes.
Así que, solamente en la primavera del 2011, las autoridades recogieron en el Everest 25 toneladas de porquerías, entre papel y plásticos y detritus humanos, buena parte de los cuales databan de mucho tiempo atrás, incluso cuatro cadáveres que reposaban en las alturas desde hacía muchos años, preservados por el hielo y la nieve.
Y como no es el Everest la montaña en peor situación, un funcionario del gobierno nepalí ha llegado a comparar la tarea de limpieza con una verdadera carrera contra la basura, a la que se suman más y más numerosos grupos ecologistas que han convertido sus ascensiones en campañas periódicas de decontaminación.
Gabriel Rumor, corresponsal en el exterior
Toscana, enero 2012.
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