Un tímido respiro para los bosques
Un avance, tímido e insuficiente para cumplir con las metas fijadas por la Vigesimosexta Conferencia de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, celebrada hace un año en Glasgow, destaca el análisis de la compañía consultora holandesa Climate Focus mediante el monitoreo satelital de las canopias forestales.
Reseñado por la revista NATURE, concluye que si bien es moderada la tasa de deforestación de 6.3% en 2021, en comparación con el promedio del trienio precedente, resulta modesta si se quiere alcanzar el objetivo fijado al horizonte de 2030 para detener y, por supuesto, revertir el ritmo de calentamiento global.
El frenazo relativo en los países más depredadores es una de las razones, junto a los progresos en otros donde la conciencia ambientalista se ha afianzado en el tejido legislativo y la conciencia ciudadana, pero sólo Asia, afirma el documento, estaría en condiciones de cumplir con los requisitos porque cortó el ritmo de destrucción de sus selvas húmedas y bosques antiguos en un 20%.
Los esfuerzos de Indonesia, tradicionalmente uno de los ecocidas más entusiastas, han sido importantes porque el gobierno y las corporaciones enfrentaron el efecto negativo del aceite de palma y un número importante de refinadores se comprometieron a suspender la tala de nuevos bosques que se hubiesen dedicado a su cultivo.
Y de China, que estaría entre los líderes mundiales en bosques sembrados, contribuyendo con una cuarta parte de la nueva superficie forestal en la década pasada, según fuentes nacionales que hablan de 64 millones de hectáreas de nuevos bosques, once millones de hectáreas de praderas mejoradas y más de 800 mil hectáreas de pantanos añadidas o recuperadas, gracias a la movilización comunitaria que permitió plantar más de 78 millardos de árboles en el lapso de 1982 a 2021.
Son factores que concentran la atención de una nueva conferencia – COP27- en el balneario egipcio de Sharm El-Sheik.
Como el hecho de que nunca como este año, ni siquiera durante la canícula catastrófica de 2003, se habían fundido tanto los glaciares suizos por las escasas nevadas y las olas de calor del verano y, por si fuera poco, las densas nubes de polvo que llegaron del Sahara.
Por eso se evaporaron tres metros de nieve en promedio, sobre todo de los glaciares pequeños en los Grisones, Saint-Gall y Valais, acelerando la erosión y comprometiendo el equilibrio hídrico, el aprovisionamiento energético y, desde luego, la actividad turística, fundamental para esos cantones.
O la explosiva denuncia del World Wild Fund, de un decrecimiento del 69% (¡hasta del 94% en Latinoamérica y el Caribe!) de más de cinco mil especies de mamíferos, aves, anfibios, peces y reptiles en el último medio siglo, debido al poblamiento y la agroindustria, la minería, la introducción de especies invasivas, la contaminación, el cambio climático y las enfermedades.
El informe de la consultora holandesa es sin duda una de las referencias más serias del encuentro junto al Nilo, porque como NATURE recalca, la pérdida de los bosques tropicales es particularmente nefasta al yugular su capacidad de crear nubes, humidificar el aire y desprender moléculas refrescantes para capturar el carbono y enfriar el medio ambiente, y de allí su exigencia de un marco legal más sólido y global para abortar la codicia industrial por carne, combustibles fósiles y madera, que ejerce una presión devastadora sobre los ecosistemas.
Y como los países más pobres son los más desvalidos, el Informe cifra entre 45 y 450 millardos anuales la suma que se necesitaría para alcanzar los objetivos del año 2030, a los cuales se dedica ahora menos del uno por ciento, y la necesidad de incorporar al combate a los pueblos indígenas y las comunidades locales, que sufren de manera más aguda la ruina de su habitat.
Varsovia, octubre 2022.
Leave a Comment