Un bunker nazi para calentar Hamburgo.
Curioso destino el de las fortificaciones que los dictadores de todas las épocas suelen erigir para, según dicen, defender a sus ciudadanos; erizadas de alambradas y dotadas de laberintos subterráneos por donde suelen huir, precisamente, cuando llegan al colmo la paciencia y la ingenuidad de ese mismo pueblo al que pregonan amar y proteger.
Así, la red de bunkers que Adolfo Hitler levantó en la frontera con Polonia durante la Segunda Guerra Mundial, en previsión del ataque de la Unión Soviética, se rindió sin disparar un solo tiro en el invierno de 1945 por la desbandada del ejército alemán, y provee hoy al Estado polonés de un saludable ingreso por concepto del turismo que acude a visitar esas monstruosas instalaciones a un centenar de metros bajo tierra, donde se dilapidaron millones de toneladas del concreto más resistente.
O del bunker que se construyó en aquellos mismos días en Hamburgo, para refugiar a los 30 mil vecinos del barrio de Wilhelmsburg, cuando los bombardeos aliados comenzaron a golpear sin misericordia al Reich hitleriano.También él fabricado con un material a prueba de milenios, resistió una y mil veces los intentos de dinamitarlo y quedó como botadero de desechos y asilo de vagabundos, hasta que un grupo de arquitectos decidió transformarlo en central de energía térmica.
Para ello se perforó una de las paredes laterales de dos metros de espesor para embutir una planta de calefacción que funcionará con biomasa mientras paneles solares que cubren el techo y otra de sus fachadas almacenarán el agua que requieren las casas de la urbanización.
El concepto fundamental del proyecto es que las ciudades, que consumen el 80% de los recursos disponibles a escala global, pueden y tienen que hacer algo más que devorar de manera parasitaria la energía que importan de las plantas periféricas, y que pueden administrarse autónomamente. –
“Estamos haciendo algo novedoso al introducir en las ciudades la producción de energía –afirma Karsten Wessel, coordinador del proyecto, porque si bien existen ya en Alemania numerosas comunidades que son cien por ciento autosuficientes, todas ellas están en el medio rural”.
Un paso más adelante que Munich, que si bien ha anunciado para el año 2025 su total dependencia en energías renovables, planea alcanzarlo con la importación de plantas eólicas ubicadas en el mar.
El objetivo de Wessel y sus colegas es hacer de Hamburgo libre de toda contaminación por carbón y suplir la electricidad con medios renovables en quince años, y para 2050 toda la calefacción que demanda un distrito tan dinámico que se extiende a las márgenes del río Elba.
No todos, por supuesto, comparten el ambicioso proyecto y quisieran conservar el edificio como museo recordatorio del nazismo, pero, antes que mirar al pasado, la población en general ha optado por sacar provecho de esa torre horrorosa, erigida por la manía persecutoria de un dictador enloquecido.
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