UN AMARGO CHOCOLATE
Las selvas de Costa de Marfil están pagando las consecuencias del boom en la demanda mundial de chocolate, taladas de manera implacable para ampliar los cultivos del cacao requeridos por la industria.
Un reportaje del GUARDIAN londinense revela que los proveedores de la materia prima a las grandes transnacionales adquieren semillas cultivadas ilegalmente que después mezclan con otras “limpias”, en zonas presuntamente protegidas por autoridades venales de la selva húmeda, cuya superficie se redujo en más de un 80% en el último medio siglo.
Más del 70% del cacao mundial es fruto de dos millones de granjeros localizados en un área que se extiende de Sierra Leona a Camerún, en el Africa Occidental, con Costa de Marfil y Ghana como los grandes productores y, lamentablemente, las principales víctimas de la deforestación; y el incremento explosivo de la demanda global de chocolate significa que, a menos de tomar medidas, la selva habrá desaparecido en 2030 en países que, para colmo de ironía, son tan pobres que no pueden darse el gusto de saborear el producto de sus tierras.
Los ejecutivos de las grandes compañías chocolateras entrevistados aceptaron que conocen la situación y que trabajan duro para erradicar de su cadena de suministros los granos de procedencia ilegal.
Nestle, por ejemplo, habla de uno de los retos ambientales más serios del planeta y apoya las iniciativas encaminadas a crear un mundo libre de deforestación en 2020; en igual sentido se expresan los ejecutivos de Mondelez y Hershey y la comercializadora Cargill afirma que más del 70% del producto procedente de Costa de Marfil será certificado ya a fines del próximo año.
Ninguna de las empresas, sin embargo, han aceptado apoyar la moratoria de la deforestación ni se han comprometido a cultivar la totalidad de su cacao en plantaciones sombreadas y exigen que los linderos de los parques nacionales y los bosques clasificados sean delimitados con precisión y sus controles reforzados por los gobiernos.
La seriedad de éstos en la protección de los bosques nacionales es fundamental, porque las compañías por si solas no pueden resolver el problema, afirma un vocero de la World Cocoa Foundation, y la situación dentro de las 231 selvas clasificadas en Costa de Marfil es aún peor por la diversidad de autoridades a cargo de su administración.
En todo caso, aunque muchos protagonistas del ramo consignasen su voluntad hace tres meses en una declaración colectiva, la prueba de fuego serán las acciones que apruebe en la Conferencia sobre Cambio Climático, el próximo noviembre.
De lo contrario, advierten algunos científicos, el cacao es un monstruo que se devorará a sí mismo y los granjeros lamentarán haber talado y quemado los árboles que les proveían de sombra y frescor, cuando el inclemente sol tropical se ensañe con sus parcelas en la temporada de sequía.
Varsovia octubre 2017.
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