¡SUECIA NECESITA BASURA!
por Gabriel Rumor
En Suecia, el manejo de los desechos ha sido tan eficiente que el país tiene que importar basura de otros países para mantener en funcionamiento las plantas de reciclaje de las que extrae gran parte de su energía.
Menos del uno por ciento de los desechos domésticos ha sido enviado a los vertederos desde hace cinco años, informa el INDEPENDENT londinense, como resultado de una actitud pionera que llevó a fijar en 1991 una pesada carga impositiva sobre los combustibles fósiles y ahora a extraer de fuentes renovables casi la mitad de la electricidad que consumen 250 mil hogares y la calefacción para casi un millón a lo ancho y largo del país.
Ha sido una ardua labor educativa para instrumentar una política nacional coherente en la que si bien las compañías privadas asumen la mayor parte del negocio importador e incinerador, la energía producida llega a los ciudadanos a través de una red estatal de distribución, cuya eficacia es tanto más apreciada cuando se conocen los rigores del invierno en esa nación escandinava.
Y, sin embargo, no faltan críticas al hecho de que con la incineración se estaría evadiendo un reciclaje digno de ese nombre y los gerentes de las plantas papeleras afirman que no se aprovecha de manera exhaustiva la fibra de madera que podría utilizarse hasta seis veces antes de ser convertida en polvo.
Incluso hay quienes cuestionan que el programa sea exitoso, comparándolo con un elefante blanco, porque la basura importada genera una electricidad muy costosa y abundante contaminación de las chimeneas y los barcos que deben transportarla desde sitios tan remotos como China y el Brasil.
Funcionarios del área advierten que se trata de una situación coyuntural que aprovecha la prohibición de vertederos en la Unión Europea, cuyos miembros han optado por exportar sus residuos a fin de ahorrarse las penalidades, mientras emprenden la construcción de sus propias redes nacionales.
Eso tomará todavía algún tiempo y para cuando ocurra, las municipalidades suecas están invirtiendo en sistemas de recolección avanzados en los bloques residenciales, que suprimen la necesidad del transporte mediante contenedores subterráneos que liberan espacio y evitan los malos olores.
Y ante la eventualidad de que un día, definitivamente, no dispusieran ya de suficiente basura importada, las autoridades que no se hacen las suecas prevén contar entonces con biocombustibles para reemplazar el preciado suministro.
Varsovia diciembre 2016
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