SU MAJESTAD, LA BICICLETA
En Utrecht, cuarta ciudad en importancia de los Países Bajos, a orillas del Rin, la bicicleta es tan soberana como el rey Willem-Alexander, ubicándose por encima de la misma Amsterdam y en segunda posición mundial, superada sólo por Copenhagen, en el número de usuarios cotidianos.
Es, sobre todo, prueba inequívoca de la sensatez y sentido práctico del pueblo holandés que justifica el gasto anual de 600 millones de dólares en infraestructura vial por los beneficios que significan los recortes en costos sociales y de salud.
La red urbana de Utrecht suma casi 400 kilómetros exclusivos para bicicletas, con grandes carteles que recuerdan a los automovilistas su condición de simples huéspedes y limitan su velocidad a 30 kilómetros por hora.
En un principio el programa fue bandera de los sectores ecologistas, hasta que el éxito le granjeó el apoyo de todo el espectro político nacional, de modo que, según informa el New York Times, todos toman ahora al ciclismo muy en serio en un país donde hay 22.5 millones de bicicletas y 18 millones de personas y el uso de los aparatos se incrementó en un 11% en el último decenio.
Sobre todo desde que fueron introducidos los modelos a tracción eléctrica que facilitan el uso a las personas de mayor edad, reduciéndose en 21% el número de accidentes mortales y, más importante aún, ahorrándole a la economía más de 23 millardos de dólares anuales, entre otras cosas al prevenir alrededor de 6.500 muertes prematuras.
El doctor Carlijn Kamphuis, en la Universidad de Utrecht, precisa que el pedalear reduce gastos médicos porque incrementa la actividad física en general que frena el desarrollo de enfermedades como la obesidad, la diabetes, los infartos y algunos tipos de cáncer derivados del sedentarismo.
Y el jefe del programa, Frans Jan van Rossem lo resume de esta manera incontestable: “Nuestro ingreso es gente saludable, menos tráfico y vida hermosa”, expandiendo la red hasta alcanzar una cifra promedio de 125 mil viajes cotidianos y un beneficio socioeconómico de 300 millones de dólares por ahorro de gastos médicos, aire menos contaminado y productividad incremental.
Y como, sin embargo, grupos ambientalistas reclaman que la calidad del aire de Utrecht se halla todavía a la zaga de los niveles europeos, la ciudad bulle en iniciativas. Como el modesto laboratorio Springlabs, cuyo sistema indicará a los ciclistas el esfuerzo necesario para alcanzar la siguiente luz verde y una aplicación de smartphone que los guiará hasta los estacionamientos que aún cuentan con lugares disponibles.
Ahora mismo, el garaje de la estación central de Utrecht cuenta con información en tiempo real mediante sensores que facilitan a los ciclistas encontrar sitios libres durante las horas pico; un proyecto financiado por la municipalidad, la región y la compañía ferroviaria cuyo costo de 48 millones de dólares se recuperará gracias al incremento en el número de usuarios.
Varsovia octubre 2017
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