RAPIÑA EN EL FONDO OCEANICO
Decenas de buques de guerra de la Segunda Guerra Mundial, hundidos en el Pacífico, que podrían guardar miles de cuerpos de sus tripulaciones, están siendo saqueados por submarinistas ilegales, según un reportaje exclusivo del GUARDIAN londinense, para negociar los valiosos metales que contienen sus carcasas corroidas.
Varios gobiernos temen que las tumbas de tantos soldados caídos en aquella conflagración sean vulneradas, para venderse como chatarra o canibalizadas para extraer su cableado de cobre y las hélices de bronce fosforizado y tesoros aún más lucrativos.
Sería el equivalente, vergonzoso, de excavar en Arlington o en cualquiera otro cementerio de guerra y robar los restos de quienes murieron en combate; un negocio ilícito que ha explotado en los últimos 18 meses por el valor de materiales preservados por la salinidad, extremadamente útiles en la fabricación de sensores espaciales, contadores Geiger e imaginería médica.
Y ésto porque los restos contienen acero fabricado antes de las pruebas nucleares, que es una de las últimas fuentes libres de radiación disponible, básicas para ciertos equipos médicos y científicos, que es extraído por pescadores en las aguas de Indonesia, Singapur y Malasia a profundidades de 80 metros, relativamente fáciles de alcanzar
Algunos de los barcos más famosos de la Marina Real –el Exeter, el Encounter, el Electra, el Repulse y el Prince of Wales- hundidos en el Mar de Java en una de las batallas más rudas del año 1942, habrían sido profanados sin provocar de las autoridades británicas más reacción que una protesta diplomática ante los estados ribereños.
Buques japoneses y una pieza tan icónica como el crucero australiano Perth, donde murieron 350 soldados, han sido también víctimas de la rapiña en las costas de Borneo, de una magnitud que deja atónitos a buzos veteranos, cuando se sabe que incluso buques de 8 mil toneladas han sido completamente extraídos de su lecho marino por equipos kampucheanos, chinos y malayos, autorizados a veces para realizar “investigaciones” oceanográficas.
Otro factor ha sido el boom en la demanda china de desechos metálicos, que valoriza hasta el acero de baja calidad, el latón de las cañerías y el cobre del cableado y, por supuesto, los avances tecnológicos que permiten localizar naufragios y acceder a ellos en aguas más y más profundas, a menor costo; es decir que el problema no puede sino hacerse más agudo y preocupante en el futuro inmediato.
Varsovia diciembre 2017
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