Purgan las tripas de Londres
En Londres ha concluido el proceso de eliminar el último de los Fatberg, que PLANETA VITAL siguió con interés desde que las autoridades reaccionaron hace tres años ante el peligro representado para la capital por esas monumentales acumulaciones de porquerías en las cloacas, las inyectadoras contaminadas y los enjambres de moscas encapsuladas que, al liberarse, planteaban serios problemas de salud.
El término ingresó entonces en el diccionario Oxford para significar las masas sólidas de aceite, grasa, pañales, toallas sanitarias, papel higiénico, condones y un largo etcétera, en los barrios de Chelsea y Kingston junto al Támesis, pero fue la espectacular magnitud de la hallada en Whitechapel que colocó el fenómeno en la atención popular, definitivamente.
Era prácticamente impenetrable y la prensa lo bautizó como El Monstruo; más largo que el Puente de Londres, dos veces más grande que el stadium de Wembley, con el peso de once autobuses de dos niveles y atrajo equipos televisivos del mundo entero que asistieron, con pañuelos en las narices, a las labores de remoción realizadas por unidades sanitarias que más parecían viajeros espaciales.
Bloques resultantes de los desechos familiares, de olor indescriptible por supuesto y resistencia de roca, que ameritaron el empleo de los detergentes más potentes y fueron después exhibidos parcialmente en un intento por concientizar a la población maneras más racionales de disponer de la basura doméstica.
Las instalaciones no habían sido revisadas desde los tiempos de la reina Victoria, cuando la Gran Hediondez produjo epidemias de tifus y cólera y vio alzarse como un héroe cívico a Joseph Bazalgette, director de obras municipales, que logró controlar la situación tras un titánico esfuerzo de casi dos decenios.
Su sistema previó la explosión demográfica de la capital y sus enormes cavernas y ríos canalizados fueron diseñados para discurrir como agua en un 98%, que los habitantes utilizaron, desde el propio comienzo, para disponer de sus basuras; pero no existía entonces la vasta población actual, que ha generado la constipación crónica de la red subterránea, con motocicletas, monedas, teléfonos, joyería y hasta una granada lista para estallar; sin olvidar el cambio dietético introducido por las comidas rápidas y más grasientas.
Varsovia marzo 2021.
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