Peligra el chocolate, aunque Ud. no lo crea

7 julio, 2014

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MIRAMUNDO por Gabriel Rumor, Corresponsal Internacional

115 mil toneladas es el actual diferencial entre la producción y el consumo mundial de cacao y, sin los stocks acumulados, sería imposible satisfacer un mercado en rápida expansión, afectado por epidemias y virus en las plantaciones en Ghana o Ecuador, la incertidumbre política en Venezuela, Colombia y Costa de Marfil, y, sobre todo, la voracidad creciente de países superpoblados como China y la India  por el sabroso chocolate. 

Bilan, el matutino económico suizo, entrevista en Zurich al zar del cacao, Barry Callebaut, preocupado al igual que sus compatriotas -que consumen anualmente la cifra record de doce kilos anuales per capita- por una penuria contra la cual propone una estrategia que rechaza las cepas genéticamente modificadas y privilegia la agricultura durable.

Es cierto que, todavía, un chino promedio se contenta con 50 gramos, pero la demanda va en aumento a un ritmo de 5 ó 6 % en las grandes ciudades y, se corre el riesgo del agotamiento de las reservas del producto ; y como lo mismo sucede en la India, donde las ventas se duplicaron en estos últimos tiempos, se anticipa para el año 2020 la necesidad de un millón de toneladas adicionales de granos de cacao.

Que la producción mundial bajase en los últimos tres años de 4.085.000 de toneladas a 3.942.000 es motivo de atención para el número uno mundial que debe suplir a colosos chocolateros como Nestle y Mondelez, aunque las previsiones se sitúan en 4.104.000 para la temporada en curso, pero, en ningún caso, se plantean echar mano a plantas genéticamente modificadas.   

Para Barry Callebaut, Costa de Marfil juega un papel de país piloto, con el objetivo de duplicar en el breve plazo la productividad.

Es un terreno muy complejo, porque cuenta más de 750 mil productores cuyas plantaciones exceden raras veces las tres hectáreas, donde Callebaut ha invertido entre 7 et 8 millones de dólares en la formación de los agricultores para el mantenimiento y mejoramiento de los suelos sin exceso de productos fitosanitarios y en la gerencia adecuada de las diversas variedades del grano.

El objetivo es duplicar el rendimiento, sin apelar a los transgénicos. Sin muchas esperanzas, además, de que los grandes laboratorios – como Monsanto y Bayer, por ejemplo- que se dedican a géneros de más importancia comercial como la soya, el arroz o el trigo, se interesen por este otro, más restringido.

Son programas que, concluye Bilan, criticados por ciertas organizaciones que censuran el que carezcan de la apropiada caución internacional de alguna asociación de apoyo al comercio equitativo o de etiquetaje de procedimientos duraderos.

Y, sin embargo, es innegable que iniciativas de apoyo a los productores, como ésta de Barry Callebout, pueden ayudar al equilibrio de la oferta y la demanda y garantizar la ración suficiente de chocolate en nuestros hogares, para los ratos de ansiedad.

Varsovia, julio 2014.