PECES INDESEABLES
por Gabriel Rumor
Algo huele mal en las aguas de Australia y Suiza, cuando la imprudencia humana amenaza el frágil equilibrio de la naturaleza.
Hace dos decenios, informa el New York Times, alguien arrojó en el río Vasse, al sudoeste de Australia, un puñado de pececitos dorados que nadaron corriente abajo, crecieron hasta alcanzar un tamaño de 45 centímetros y pesar hasta dos kilos y se reprodujeron con entusiasmo de conejos para colonizar el entero curso del torrente.
La culpa recae, por regla general, en los dueños de esas lindas mascotas, ignorantes de las severas consecuencias de su irresponsabilidad, porque se trata de una carpa que los chinos domesticaron hace siglos para adornar sus estanques como símbolos de suerte y fortuna, fue trasplantada a los Estados Unidos a mediados hacia 1860 y allí la recién creada Comisión de Pesca de New York, regaló en ciertos años hasta 20 mil ejemplares a guisa de promoción publicitaria.
Poco a poco, éstos fueron desechados por sus propietarios, sin calcular que una vez fuera de sus peceras, sobre todo en aguas cálidas, ricas en nutrientes y relativamente estancadas, iban a recuperar su tamaño, transformándose en una pesadilla ecológica al modificar la vegetación en el fondo de los lagos y ríos.
Los primorosos animalitos, ahora hinchados como balones de futbol, se alimentan vorazmente de algas, pequeños invertebrados y larvas de otros peces, transmiten parásitos y enfermedades exóticas; cada hembra produce más de 40 mil huevos cada año y es capaz de cruzarse con otras especies de carpas salvajes sin que hayan predadores naturales para frenar una explosión de semejante magnitud.
Y, para completar el sombrío panorama, son difíciles de erradicar y excelentes nadadores, capaces a veces de desplazarse más de 200 kilómetros en un solo año; una de las especies acuáticas más invasoras, en fin, porque el fenómeno se ha registrado también en Nevada y Colorado en los Estados Unidos y la provincia canadiense de Alberta, sólo que jamás a un ritmo tan desenfrenado que obliga a la colaboración de científicos de continentes tan distantes para controlar la amenaza para sus ecosistemas.
En Suiza, mientras tanto, la Tribune de Geneve da cuenta del debate suscitado por la intención de introducir truchas arcoiris en los ríos de la Confederación para permitir a los pescadores proseguir su hobby durante el invierno, cuando las otras especies están protegidas.
No es un problema nuevo porque varias veces se plantó un veto a las aspiraciones de los deportistas, que han anunciado movilizaciones para introducir en Suiza lo que, según dicen, es práctica ya corriente en el resto de Europa, porque se trata de un pez formidable por su combatividad que permitiría extender la distracción hasta los meses invernales, cuando está prohibido cazar a las demás especies, en periodo de reproducción.
El problema, advierte el matutino, es que la trucha arcoiris no es endógena, pues la trajeron de Norteamérica, precisamente al mismo tiempo cuando llegaban allá los pececitos chinos, y durante un siglo fueron cultivados en cautividad y echados en la naturaleza, hasta que las autoridades federales intervinieron en 1991, limitándola a pocos estanques cerrados.
Se buscaba evitar una propagación que podría suplantar las especies de truchas locales, así como el camarón americano, inmune a una enfermedad de la que era portadora, diezmó a sus congéneres autóctonos, o la perca del Nilo que resultó catastrófica para las especies indígenas del lago Victoria en el Africa Oriental.
En apoyo, los deportistas han apelado incluso a la historia, aduciendo que la trucha arcoiris no es la única especie extraña introducida en Suiza por la mano del hombre, ya que fue introducida por los propios romanos junto a la carpa y la perca en el lago Lemán y el bagre y el siluro en las aguas ginebrinas.
Los adversarios proponen más bien repoblarlas con el tímalo común, que no es exótico como la trucha arcoiris sino emblemático de las montañas suizas, donde pululaba hasta hace medio siglo y ahora figura entre las especies amenazadas de extinción, y en respaldo a la idea ha sido ennoblecido como el pez del año 2016 por la Federación de pesca nacional.
Varsovia Noviembre 2016
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