Ötzi, la momia, tiene tataranietos en el tirol
MIRAMUNDO por Gabriel Rumor, corresponsal internacional
En 1991 el matrimonio alemán Helmut y Erika Simon encuentran, a 3200 m de altitud cerca del Similaun, en el Alto Adigio de los Alpes, entre Austria e Italia, los restos mortales de una persona desconocida, y creyendo que se trata de un homicidio dan aviso a la policía. Cual sería la sorpresa al inicio de las investigaciones, al comprobar que se trataba de un hombre de la Edad del Bronce de hace 5300 años y que gracias al manto glaciar su estado de conservación era óptimo. Cariñosamente se le llamó Ötzi.
Desde que la humanidad acartonada de Ötzi fue descubierta en aquel verano de 1991, no han cesado las investigaciones sobre ese fascinante personaje que permaneció sepultado, casi intacto, bajo la nieve durante más de 5 mil años, para mostrarnos cómo vivieron, y murieron, nuestros ancestros en aquellos tiempos de permanente combate contra la naturaleza implacable.
Su cuerpo yace en una sección especial del museo arqueológico de Bolsano y el mapa del ADN ha revelado que su grupo sanguíneo era O, que era propenso a una enfermedad cardiovascular, que sufría horrores por el mal de Lyme -que se manifiesta en eritemas, fiebres y dolores musculares causados por una bacteria- y que fue flechado y rematado de un garrotazo, hace cinco mil años, para robarle su magro bagaje, mientras atravesaba por un sendero montañés.
El detalle de sus patologías interesó notablemente a biólogos y antropólogos porque, en su tiempo, no estaba Otzi expuesto a los riesgos de la obesidad o la sedentariedad que hoy asociamos a los achaques del corazón que, obviamente, pudieran no estar ligados a la civilización
Los estudios revelaron que la momia pertenecía a un grupo sanguíneo muy raro en Europa, que sus antepasados emigraron del Cercano Oriente en el periodo neolítico y que podía considerársele vinculado con los habitantes de dos regiones tan aisladas como Córcega y Cerdeña.
Se descubrió entonces que el cuerpo hallado en el glacial italiano a tres mil metros de altura, era un cazador prehistórico de 1.60 centímetros y 50 kilos de peso, y su apariencia física fue recreada por una pareja de artistas holandeses especializados en paleontología, con ojos marrones y el rostro ya cruzado de arrugas, cuando apenas había cumplido 45 años
Ahora, según revela la Tribune de Geneve, científicos austriacos del Instituto de Medicina Legal de Innsbruck que estudiaron las muestras de ADN de 3.700 habitantes del Tyrol, han hallado que 19 de ellos son descendientes de Otzi y que su ancestro común vivió hace diez mil o doce mil años.
No, definitivamente, la momia de los hielos no ha entregado, todavía, el último de sus secretos…
Varsovia octubre 2013.
Tenía entendido que la fecha del fallecimiento de ötzi lo situaban mas cercano en la frontera entre el Neolítico tardío y principios de la edad del cobre (portaba un hacha con la hoja hecha con ese metal).