No mas experimentación animal
MIRAMUNDO por Gabriel Rumor, Corresponsal Internacional
Novedosas técnicas de modelaje por computación y bioingeniería podrían revitalizar la languideciente industria farmacéutica y terminar para siempre con la experimentación en animales, afirma el Observer londinense tras un recorrido por laboratorios donde académicos de disciplinas muy dispares desarrollan pequeños corazones humanos o crean en un chip ordinario un modelo del sistema biológico.
El diario cita cifras de la Asociación de la Industria Farmacéutica Británica según las cuales un nuevo medicamento puede consumir hasta doce años y una inversión de 7 millardos de libras antes de llegar al mercado y será necesario probar 25 mil productos químicos para llegar a 25 drogas potenciales, de las que sólo cinco habrán pasado las regulaciones y es probable que la única restante tenga que ser retirada por presentar fallas hasta entonces desconocidas.
Esto se debe, según algunos, a la obsesión de la industria con fusiones y adquisiciones o una cultura que inhibe las innovaciones; para otros, es una señal de que quizás no hay muchos compuestos químicos que pueden interactuar con el cuerpo y tener un efecto positivo, y hay aún quienes piensan que los instrumentos usados durante el descubrimiento y los tests iniciales someten a prueba la droga equivocada.
Es cierto que la experimentación animal es un requisito reglamentario para cualquier nueva droga, pero aun es altamente impredecible cómo actuará en seres humanos, así que los científicos están tratando de emplear nueva tecnología para hacer los tests más rápidos, baratos y más precisos al modelar más de cerca cómo un químico interacciona con nuestro cuerpo, para declararlo fuera de riesgo.
Micro-corazones verdaderamente minúsculos, como los creados por el doctor Nikolai Zhelev del Abertay University en Dundee, Escocia, son mucho más útiles en el test de medicinas que los animales, porque se acercan más a la realidad y pueden abreviar el tiempo necesario para pasar a las pruebas clínicas.
En la misma dirección trabajan los investigadores del Departamento de Ciencias de la Computación de Oxford, que destacan el éxito de emplear modelos virtuales para simular células cardíacas y eventualmente cerebrales, piel e incluso órganos completos, para probar más rápido y con mayor detalle la toxicidad de las medicinas en una etapa temprana.
Los modelos virtuales de computación comprenden una vasta gama de ecuaciones que describen cómo los componentes de una célula interactúan entre sí y con cantidad físicas como el voltaje de las membranas celulares o concentraciones de químicos como el calcio y el potasio.
Algunos previenen, sin embargo, de que aún queda un largo camino antes de que esas tecnologías remplacen el uso de los animales, pero existe el consuelo de que, al acelerarse, el proceso de experimentación permite dictaminar el fracaso en un lapso más temprano de lo acostumbrado.
Y lo mismo ocurre con el uso del ADN y las proteínas humanas donde la tecnología tendrá que compilar muchos años de información antes de que sea posible prescindir de los cobayos, aunque, en junio pasado, la Oficina de Alimentos y Medicinas (FDA) de los Estados Unidos, propuso cambios que podrían abrir la puerta a instrumentos novedosos y, en definitiva, permitir la personalización de la medicina.
Así –concluye el Observer– podría ser un impulso decisivo el que la persona pudiese utilizar sus propias células para experimentar en sí misma los efectos colaterales y con ello se daría un empujón notable a la industria farmacéutica que, según algunos críticos, se halla sumida desde hace un cuarto de siglo en una verdadera era glacial.
Varsovia, noviembre 2014.
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