MUSICA CONTRA LA DEMENCIA
Escuchar, interpretar o cantar música representan un invalorable instrumento terapéutico contra la demencia, es la conclusión de un estudio conducido en Inglaterra por el International Longevity Centre y la Utley Foundation, reseñado por La Repubblica romana.
Y lo lamentable es que una posibilidad semejante se aproveche en tan escasa medida en el Reino Unido, donde apenas un 5% de las curaciones puede atribuirse al acceso adecuado a la música y el arte en general. E igual ocurre en la propia Italia, aunque una masa creciente de evidencias refuerce la validez de dicho recurso para auxiliar la memoria y reducir los desequilibrios físicos vinculados a la enfermedad.
Según el matutino, los análisis han demostrado que las áreas cerebrales asociadas a la memoria musical sufren un daño menor que las demás, de modo que incluso pacientes con severas lesiones alcanzan a disfrutar de las melodías y gozan tanto a un nivel cognoscitivo como psicológico.
Así, gracias a la musicoterapia, se potencia la memoria en el paciente con demencia que ha perdido buena parte de sus recuerdos, a través de una vía cerebral alternativa a las tradicionales, aprovechando que las áreas asociadas a la memoria musical se preservan en general en caso de Alzheimer.
Mediante un mecanismo similar, incluso el lenguaje y la capacidad de articular un discurso pueden beneficiarse si el paciente escucha canciones de su preferencia, que contienen palabras o expresiones que le son familiares y puede repetir con mayor facilidad.
Además, si no existe una patología, la capacidad de tocar algún instrumento significa un factor de pronóstico positivo, asociado a un riesgo menor de desarrollar dicha enfermedad, de modo que aprender a tocar desde la juventud o incluso cuando ya se ha manifestado la demencia, deviene un arma contra el deterioro cognoscitivo en una edad avanzada.
De ñapa, tales intervenciones actúan sobre los aspectos psicopatológicos ligados a la demencia, reduciendo los estados de depresión y ansiedad así como la agitación que se acompaña de vocalización anómala y comportamientos agresivos, y, en este caso, la música ejerce una función similar a un fármaco de estabilización humoral, favoreciendo su mejor interacción social.
Finalmente, también en Italia se prevé utilizar la técnica en otras ramas. Por ejemplo, como el proyecto Sonic Hand de la Fundaciones Maugeri de Pavia y Santa Lucía, en pacientes que han sufrido un ictus y presentan daños cognoscitivo-motores, donde el musicoterapeuta puede ser un fisioterapista especializado en musicoterapia.
Entonces, la melodía, la velocidad, la intensidad y el ritmo se modulan según los movimientos de la mano del paciente, registrados por un sensor cuyos sonidos pueden asociarse con aquellos; con la ventaja de que la persona participa más activamente en su rehabilitación y, en definitiva, la intervención de la música resulta un recurso maravilloso, tanto para el paciente como el mismo terapeuta.
Caracas, marzo 2018
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