LOS BURROS GRIEGOS ESTÁN CONTENTOS
por Gabriel Rumor
Como un pequeño paso burocrático y un gran salto para la humanidad, podría calificarse la protección acordada en estos días por las autoridades de Santorini a los borricos que abonan con su ardua labor y sacrificios, hasta ahora menospreciados, una fracción significativa de su prosperidad.
Reposo a la sombra, conveniente hidratación y límite de peso son algunas de las medidas acordadas a los equinos abnegados y sufridos que, desde siempre, transportaban sin descanso a los millares de visitantes que deberán en el futuro ajustarse a un horario de trabajo que protege a esos involuntarios servidores municipales de la fascinante isla griega.
Y es que el turismo masivo había convertido en una tortura para los animales el ascenso de quinientos escalones desde el puerto hasta Fira, en la cima del espléndido refugio volcánico de las Cicladas, provocando la protesta de las asociaciones proteccionistas y estas primeras medidas, juzgadas aún insuficientes según LA REPUBBLICA romana.
Chamuscada, literalmente, su imagen turística por los mortíferos incendios de Atenas, lo último que Grecia necesitaba en este verano era un conflicto entre los activistas que manifestaron en el puerto contra la explotación de los campesinos, forzando a buscar la concertación “para garantizar el respeto de los derechos y el bienestar de los asnos”.
Tras el arreglo, la Municipalidad informó la satisfacción de la asociación Help the Santorini donkeys por un pacto que amenaza incluso con la expulsión de los propietarios infractores, y ha planteado el cruce de los burritos locales con mulas más resistentes, para obviar el problema fundamental de la debilidad física que convierte en un calvario acarrear la invasión de turistas cada día más corpulentos.
Varsovia septiembre 2018.
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