Lactancia materna la fórmula ecológica perfecta
Por Marisela Valero @lavalero
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Este es un podcast clásico de Planeta Vital, lo grabamos hace un tiempo y sigue muy, muy vigente. Nuestra invitada es Yadira Rodríguez de Sifontes, Puericultora, Nutricionista venezolana, Certificada Internacionalmente como experta en Lactancia Materna y los repetimos porque justamente desde el 2 hasta el 7 de agosto de cada año se celebra a nivel mundial la Semana de la Lactancia Materna.
Dedicamos nuestro podcast a resaltar los beneficios incomparables de la lactancia materna como sistema perfecto de la naturaleza, es totalmente ecológico, sustentable e irremplazable, aún cuando hayan surgido las fórmulas lácteas.
Yadira nos enumera una serie de razones ecológicas para que valoremos la lactancia materna como la mejor y más completa nutrición para los bebés, incluso como modelo preventivo de enfermedades, especialmente en momentos de crisis como la que está pasando Venezuela en materia sanitaria y de alimentación, entre otros.
La OMS y UNICEF recomiendan:
∙ Iniciar la lactancia en la primera hora de vida
∙ La lactancia materna exclusiva durante 6 meses es la forma óptima de alimentar a los bebés. La lactancia exclusiva: el lactante sólo recibe leche materna sin ningún otro alimento o bebida adicionales, ni siquiera agua
∙ La lactancia a libre demanda
∙ No utilizar biberones, tetinas ni chupetes
∙ A partir de los 6 meses, los bebés deben recibir alimentos complementarios y se debe continuar con la lactancia materna hasta los 2 años de edad o más.
La lactancia materna es elemento vital del desarrollo sostenible y un componente no negociable de la acción mundial para poner fin a la desnutrición. El aumento de las tasas de lactancia materna exclusiva y continuada sólo puede lograrse a través de la cooperación y la colaboración entre los distintos sectores y generaciones.
La salud de nuestro planeta se ve afectada por la forma en la que los bebés son alimentados. La leche materna es un alimento natural y renovable, ambientalmente seguro y entregado al consumidor sin contaminación, empaque o residuos. Por otro lado, la industria de los sucedáneos de la leche materna tiene un impacto ambiental negativo que no es comúnmente reconocido. Salvaguardar la lactancia vincula la vida humana con el bienestar de nuestro planeta de una manera poderosa. Es momento de que las conversaciones sobre la lactancia materna vayan más allá de la nutrición y la salud. La salud de nuestras futuras generaciones se ve afectada por la salud de nuestro planeta.
La exposición a condiciones de trabajo peligrosas, incluso a pesticidas, tiene un impacto negativo en la capacidad de la mujer de amamantar de una forma segura. Organizaciones como la Red de Acción en Plaguicidas trabajan para resaltar los peligros de trabajar y amamantar en entornos contaminados.
Para empezar, debemos hacer sinergia con grupos que trabajen en temas ambientales y crear el vínculo entre la lactancia materna y el cambio climático. Debemos fomentar la idea de que la lactancia materna contribuye a reducir la huella de carbono. Las generaciones más jóvenes deben estar informadas del impacto ambiental negativo de los sucedáneos de la leche materna
Afortunadamente, la importancia de trabajar de forma colaborativa se reconoce cada vez más como un factor decisivo y se incorpora en muchas iniciativas mundiales. Por ejemplo, la campaña Deliver for Good de “Women Deliver” y la Estrategia Mundial para la Salud de la Mujer, el Niño y el Adolescente de “Every Woman Every Child” reconocen que la colaboración cruzada es fundamental para lograr los ODS. Estas campañas consideran el acceso a una nutrición adecuada como una recomendación esencial. La lactancia materna se incluye como un objetivo para garantizar la supervivencia, la salud y la nutrición materna e infantil.
Debemos procurar que los gobiernos, en colaboración con movimientos de la sociedad civil y otros grupos que trabajan por el bien común, creen entornos que les permitan a las mujeres y a los niños prosperar. También debemos centrarnos en los jóvenes y los grupos vulnerables, como las y los adolescentes, las madres solteras y los migrantes.
La lactancia materna no es sólo un tema que concierne a las mujeres ni es responsabilidad exclusiva de ellas: la protección, la promoción y el apoyo a la lactancia materna es una responsabilidad social colectiva que nos compete a todos.
Sin querer satanizar el uso de las fórmulas lácteas, es evidente que su uso ha desviado en gran medida la forma natural de alimentar a los bebés y si bien puede resultar una solución alternativa cuando la madre no produce suficiente leche, existe una tendencia mundial entre los mismos médicos de promover su uso en lugar de la lactancia materna.
La fórmula tiene un alto impacto en el medio ambiente (y una gran huella ecológica). Por ejemplo en la India se necesitarían 135 millones de vacas lecheras para sustituir la leche materna, y como el ganado necesita pasto (aproximadamente 10.000 mts2 por cabeza) se necesitaría el 43% del país para destinarlo a forraje. Esto ya es una barbaridad y todavía no contemplamos la cantidad de metano que producirían dichas vacas que es uno de los gases del efecto invernadero más importantes después del Co2. Según algunos cálculos, para producir 1kg de leche de fórmula se necesitan 12.5mts2 de tierra. Algunas fórmulas se hacen a base de leche de soja y además ésta se usa como alimento para el ganado. Por ejemplo, en Brasil la región de Cerrado se ha deforestado de forma creciente para plantar más soja, producto que para Brasil representa el 10% de sus exportaciones.
Se necesita un alto consumo de energía. En el hogar es necesario algún tipo de combustible para calentar el agua sea por electricidad, gas o butano. En algunos países se usa madera y para hervir un litro de agua se necesitan unos 200 gr, así que en un año se necesitarían 73 kg de madera.
Por otra parte, a nivel industrial, la leche de fórmula que se hace a partir de leche de vaca, pasa por un proceso que requiere mucha energía para calentarla primero a altas temperaturas, luego homogenizarla, enfriarla y volver a calentarla. Incluso la leche de soja, que se usa en algunos tipos de fórmula, requiere también un proceso de calentamiento. Todos estos procesos generan gases de efecto invernadero.
Requiere un alto consumo de agua. Un niño de tres meses de edad alimentado con biberón necesita diariamente 1 litro de agua para mezclar los ingredientes y otros 2 litros para hervir las tetinas y los biberones. incluyendo el agua para lavarlo todo después llegamos a más de 1000 litros de agua al año. En los países industrializados damos por sentado que el agua salga por el grifo, pero por supuesto en algunos países de África donde algunas mujeres deben caminar largas distancias para encontrar agua, es inviable y nada sostenible. La lactancia no requiere más agua que la que la madre necesita beber. Además debemos considerar el gasto de agua en el proceso de producción de la fórmula, la cual se convierte en polvo al que se le añade agua de nuevo para utilizarla.
Deja una gran huella de carbono derivada del transporte. Debe llevarse desde los países productores hasta los consumidores, sea por mar o tierra consumiendo grandes cantidades de combustible fósil. También ha de transportarse el material para el empaque desde diferentes lugares sea papel, hojalata, plástico o látex tanto para la fórmula como para los biberones.
Se producen demasiados desechos. En primer lugar, los biberones y tetinas al desecharse generan dioxinas y no se degradan. En 1987 se vendieron 4.5 millones de biberones sólo en Pakistán. En occidente seguro que este número es mucho mayor, la mayoría de bebés en USA tiene al menos 6 biberones. Si todos los bebes de Estados Unidos se alimentarán con biberón se usarían 86.000 toneladas de hojalata para los 550 millones de latas de leche de fórmula que serían desechadas posteriormente. Si la lata tiene etiquetas de papel, se suman unas 1230 toneladas de papel. Una parte de éste se recicla pero la gran mayoría se tira al vertedero. Además la producción de estos empaques genera más contaminación innecesaria.
Aumenta la deuda externa de los países pobres. En 1982, el Ministerio de Salud de Mozambique calculó que un incremento del 20% en la tasa de lactancia con biberón le costaría al país 10 millones de dólares en dos años, sin incluir los costes por combustión, distribución y deterioro de la salud.
Incrementa el gasto familiar en alimentación. En cualquier parte del mundo es un ahorro no tener que invertir parte del presupuesto familiar en comprar leche de fórmula si ya la naturaleza nos proporciona el alimento ideal para nuestros hijos, pero por poner un ejemplo, en Sierra Leona alimentar a un bebé con leche de fórmula, cuesta un 90% del salario mínimo.
En cuanto al comportamiento del COVID19 en la leche materna, Yadira nos informa que hasta la fecha no hay evidencia científica de que la leche materna pueda contaminarse con el virus, aún cuando la madre haya dado positiva en la prueba. Sugiere por supuesto tomar todas las medidas de seguridad relacionadas con colocarse la mascarilla, el lavado de manos y la desinfección cuando se va a tocar al bebé y en caso de que la madre haya tosido sobre el pecho, lavarlo previamente antes de colocar al bebé para darle lactancia.
Si la madre se siente débil y no puede encargarse del bebé, puede extraerse la leche y el padre o algún familiar suministrarselo al bebé, porque es la mejor protección que se le puede dar para que sus defensas estén perfectas.
Creo que hay razones suficientes para apoyar y fomentar la lactancia, no sólo para las madres, bebés y familias, sino también para el planeta. ¿y tú qué piensas?
Pueden escribirle a Yadira Rodríguez a su correo electrónico yadirarodriguez1ster
Referencias:
- Formula For Disaster.Weighing the Impact of Formula Feeding Vs Breastfeeding on Environment. Alison Linnecar, Arun Gupta, JP Dadhichand Nupur Bidla.
- The Ecological Impact of Bottlefeeding, Andrew Radford.
- Lactancia Materna. Aguilar, María José Aguilar Cordero, Ma. José Aguilar Cordero
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