Holanda construye islas
No satisfechos con haber escamoteado al mar una vastísima superficie con el ingenioso sistema de diques que sigue maravillando al mundo mientras los preserva de la desaparición, los Países Bajos exhiben ahora con legítimo orgullo el archipiélago Marker Wadden, de 1300 hectáreas, que un visionario imaginó hace trece años años y un equipo de ingenieros ecológicos y arquitectos paisajistas comenzó a construir en 2016 con el dragado de 37.2 millones de toneladas de arena y barro del fondo de un lago en los arrabales de Amsterdam.
Es un ambiente protegido que sirve de refugio a una rica variedad de plantas, peces, aves e insectos; una paradoja, según la revista NATURE porque su agreste perfil surgió de la creatividad humana y sus dunas y playas marinas se alzan en una superficie de agua dulce mientras científicos y burócratas siguen debatiendo si se trata de un proyecto de resalvajización o la restauración de un lago extinto.
Si la naturaleza no decide lo contrario, el proyecto será un laboratorio experimental durante las próximas décadas, para satisfacción de su animador, Roel Posthoorn, de la Natuurmonumenten, Sociedad Neerlandesa Conservadora de la Naturaleza, preocupado precisamente por el impacto negativo que había tenido el sistema de diques en este lago que entonces bordeaba la ciudad de Rembrandt.
La solución al problema creado por la mano del hombre tenía que provenir de ella misma, a un costo de cien millones de dólares, financiada en parte por la lotería nacional, distinta de las tradicionales porque en lugar de levantar obstáculos a las fuerzas naturales se apoyaba en su propia dinámica.
La inspiración vino de numerosos proyectos a escala mundial, entre ellos en los Estados Unidos, donde el Ejército ha erigido cientos de islotes en bahías y zonas costeras, como el Poplar Island de Chesapeake, que ofrecen protección, recreación y refugio ecológico.
Su originalidad deriva de ser un lago interior, con retos técnicos específicos; la subsidiencia, por ejemplo, que en áreas litorales es contrarrestada espontáneamente por las corrientes y en el caso de Marker Wadden debería serlo con la materia orgánica de la descomposición vegetal o, en caso necesario, un procedimiento puntual de dragado que succionaría cieno fino para esparcirlo sobre el conjunto de siete islas.
Un equipo del Instituto Ecológico de Wageningen se ocupa mientras tanto de precisar las consecuencias en la biodiversidad con los constructores, en una relación a veces tan crispada que obligó en cierto momento a instituir un funcionario de enlace para limar las divergencias.
Pero los primeros resultados son positivos, con el retorno de los charranes desde sus distantes refugios en el Mar del Norte, junto con 60 mil ejemplares de 57 aves migratorias que hicieron escala en el verano de 2021, incluyendo flamencos y gaviotas e incluso un rarísimo pato del Artico que no habían visitado las región durante décadas; sin mencionar el estímulo a la fauna marina, arácnidos e insectos y, de importancia vital para los prácticos neerlandeses, un flujo turístico de 50 mil visitantes que el año pasado cubrieron el 70 por ciento de los gastos de gerencia y mantenimiento.
La rentabilidad es junto a las consideraciones científicas y ambientales un factor importante que determinará el porvenir del proyecto cuya popularidad no está consolidada todavía en la opinión pública local e internacional, y, en definitiva, serán el tiempo y los resultados concretos, los jueces imparciales de tan interesante iniciativa.
Fotos: Manon Bruininga y Natureemonumenten.
Varsovia, mayo de 2023.
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