Europa revive en sus museos
La atribución del Premio del Museo Europeo 2022, este domingo en la ciudad de Tartu, Estonia, fue particularmente laboriosa, porque a los muchos candidatos que compiten cada temporada hubo que añadir los heredados de la anterior, cuando el certamen debió suspenderse a causa del Covid-19.
Han sido, pues, sesenta instituciones de 27 países que en cierta medida cantan a la vida que lucha por recomponerse, después de la pandemia que obligó a laborar on-line e incluso transformar algunas sedes en centros de vacunación.
También, un desafío a la barbarie, porque las deliberaciones han tenido lugar en el edificio del museo nacional estonio que albergó en otra época una guarnición soviética y, al otro lado del lago Peipus donde disfrutan el verano los habitantes de la villa universitaria del poeta Juri Talvet, el ejército ruso agazapado, acecha, dispuesto a restablecer el imperio comunista.
Y no podía ser de otra manera, porque el certamen patrocinado por el Consejo de Europa, que organiza desde 1977 el Foro Museístico Europeo, se propone resaltar los valores de ciudadanía, democracia y derechos humanos y servir de puente político, cultural y social de los países miembros, ratificando el papel de tales instituciones como vehículos de integración.
El Museo de la Mente, en Haarlem, Países Bajos, recibió el máximo galardón, ambientado en un edificio cuyas paredes transmiten a los visitantes la experiencia de siete siglos en que sirvió de manicomio y leprocomio, en un recorrido con guías multimedias que conduce, finalmente, a suscribir la Declaración Universal de la Mente Abierta.
El premio del Consejo de Europa recayó en la Nano Nagle Place, de Cork, Irlanda, que honra el trabajo religioso y educativo realizado por la monja fundadora de las Hermanas de la Presentación a mediados del siglo 18, ilegalmente, porque el país se hallaba bajo la dominación inglesa, y se conserva como refugio de ancianos y personas necesitadas de asilo.
El Premio Kenneth Hudson al coraje institucional y la integridad profesional fue para cuatro ilustres profesores y curadores – Wayne Modest, Nanette Snoep, Léontine Meijer-Van Mensch y Laura Vab Broekhoven, por “su contribución al desarrollo de una nueva ética global para museos en respuesta a temas societales urgentes y polémicos como la decolonización, la restitución, la reparación y la repatriación”.
El premio de la municipalidad portuguesa de Portimao a la inclusión y la pertenencia fue para el Museo de Historia Natural de la Universidad de Bergen, Noruega; el premio Silleto a la participación comunitaria y el compromiso al Museo del Calzado y la Industria de Inca, España, y el premio Meyvaert a la sustentabilidad ambiental al Holmegaard Vaerk en Fensmark, Dinamarca, en una de las más famosas fábricas de cristal escandinavas.
Además, se concedieron menciones especiales al enfoque innovador de siete instituciones en aspectos específicos de su actividad pública, dignos de emulación por el resto de las instituciones del Viejo Continente: el Museo de la Universidad de Gantes, Bélgica; Experimenta en Heilbronn, Alemania, en un antiguo granero cerca del río Neckar, combinación de teatro y planetarium, con una variedad de laboratorios para grupos e individuos desde el kindergarten hasta la secundaria; el Museo Sigismondo Castromediano, en Lecce, Italia, con la valiosa colección arqueológica donada por el aristócrata e intelectual; La Casa Natal de Nicolás Copérnico en Torun, Polonia; el Nordiska museet de Estocolmo, Suecia; el Museo Suizo de la Ceguera, en Zollikofen, y The Box, de Plymouth, Reino Unido, un novedoso complejo cultural que refleja entre sus varias colecciones la rica tradición marinera de la ciudad que vio zarpar al Mayflower en 1620, a la conquista del Nuevo Mundo.
Varsovia, mayo 2022.
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