¿El retorno de los brujos?
por Gabriel Rumor
Nada menos que NATURE, la prestigiosa publicación británica, invita en su edición de octubre pasado a investigar e incorporar los mecanismos de la medicina complementaria, a raíz de las reacciones entre burlonas y airadas que suscitó la búsqueda del Princess Alexandra Hospital NHS Trust de un terapista para suministrar apoyo Reiki/espiritual a los enfermos de cáncer de un hospital regional.
Los muchos críticos de la iniciativa deberían más bien, sugiere, revisar la evidencia antes de rechazar de manera miope y simplista los beneficios de las terapias alternativas.
Si bien el colaborador halla legítimo que algunos denuncien como peligrosa charlatanería el avalar terapias que incorporan principios a-científicos como las auras y los campos de energía y estimular el pensamiento mágico que minaría la fe en la medicina convencional, piensa que en lugar de rechazarlas en bloque, se debería aprender de ellas y asimilar sus ingredientes activos – el ritual, la imaginería mental, la empatía, el cuido y la esperanza- para incorporarlos al trato del enfermo.
No se trata, advierte, de tragarse las fanfarronadas pseudocientíficas, equivalentes a los placebos de la práctica clínica y carentes de pruebas, de que puedan detectar y manipular los “campos energéticos” humanos para aclarar bloqueos y sanar el cuerpo, pero tampoco puede negarse que posean otro tipo de valor terapéutico.
No es conveniente, continúa, soslayar las complejas reacciones psicológicas y fisiológicas de los pacientes graves y a la forma en que son tratadas sus enfermedades, porque estudios neurocientíficos muestran que los efectos placebo pueden desencadenar significativas respuestas fisiológicas idénticas a drogas como la dopamina en los cerebros de pacientes con Parkinson o el flujo de endorfinas en quienes sufren dolor, y las terapias alternativas pueden a veces propiciar respuestas más intensas que las convencionales.
Poco importa, afirma, cuando las drogas son efectivas, pero la gente se torna hacia la medicina alternativa para condiciones subjetivas de origen angustioso, como el dolor crónico, la depresión, la nausea y la fatiga, que pueden afectar el tratamiento oncológico porque las drogas tienen efectos colaterales dolorosos, y es comprensible que obtengan más alivio al pasar una hora con un amable terapista.
Y es que los beneficios de prácticas como el Reiki y la acupuntura van más allá del simple placebo, pues los terapistas alternativos no sólo obtienen resultados al convencer a los pacientes de que están mejor, sino que muchos de sus recursos, como la palabra y los toques, parecen tener el poder de aliviar los síntomas e incluso facilitar la curación.
Tales beneficios pueden ser indirectos. Por ejemplo, atacar la ansiedad durante procedimientos quirúrgicos invasivos pueden reducir el riesgo de peligrosas fluctuaciones cardiacas, no sólo desde el punto de vista estrictamente fisiológico sino reduciendo las dosis de sedantes y analgésicos.
Con frecuencia, abrumados por el exceso de trabajo, no pueden los doctores proveer ese lado humano, que pudiera entonces quedar a cargo de terapistas alternativos, bien encuadrados dentro del tratamiento convencional; como la “medicina integrativa” que es ofrecida ya por numerosas instituciones norteamericanas, como el Stanford Center for Integrative Medicine en California, que suma la acupuntura a la lucha contra los efectos de la quimioterapia.
Varsovia enero 2015.
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