EL FUTURO: GRANJAS PESQUERAS
Sí, es muy saludable que nuestra dieta incluya hoy el doble de pescado que hace medio siglo, pero la revista NEW SCIENTIST advierte que también es negativo para los océanos, porque el 60% de las reservas globales están siendo explotadas a plena capacidad y casi una tercera parte se hallan prácticamente agotadas.
Si al horizonte de 2050, según los pronósticos, la población mundial habrá alcanzado los diez millardos y cada centígrado de aumento en la temperatura marina significa una declinación del 20 al 30% en los reservorios pesqueros, la acreditada publicación estima razonable ir buscando nuevas fuentes de proteínas.
Como, por ejemplo, la que sugiere la doctora Rebecca Gentry de la Universidad de California, identificando áreas oceánicas hasta de 200 metros de profundidad idóneas para cultivar peces y mariscos; una formidable superficie de once millones de kilómetros cuadrados que no incluye vastas zonas ahora utilizadas en la navegación, la exploración petrolera y la conservación
Si laborásemos siquiera –dice- una fracción más pequeña que el lago Michigan, compensaríamos el volumen de pesca actual, y, si utilizáramos toda esos vastos espacios oceánicos produciríamos anualmente 15 millardos de toneladas de pescado; vale decir, cien veces más de todo cuanto se consume en la actualidad.
Estimula también saber que más de la mitad de ese pescado proviene ya de granjas y que la producción está creciendo a un ritmo superior a la del pollo, el puerco o la carne de res; pero no todo es positivo, porque, aparte del rechazo que manifiestan algunas comunidades a ese tipo de instalaciones, la acuicultura echa mano ahora como alimento, de forma aberrante, a sardinas y otras especies de poco valor comercial y podría generar enfermedad y contaminación perjudiciales para los peces de aguas abiertas.
Aunque parezca un mal menor, pudiera además concentrarse en rubros más rentables como ostras y mejillones en detrimento de los que, precisamente, exige esa creciente humanidad hambrienta, sin mencionar el hecho de que no todas las especies se adaptan como el salmón a la explotación piscícola. Porque el bacalao es más vulnerable cuando vive en cautividad y que las aguas cálidas, más productivas, serían inadecuadas a la cría del arenque.
Pero, en resumen, si la avidez por los frutos del mar prosigue al ritmo de nuestros tiempos y de la industria depredadora, no quedará otra salida que la explotación pesquera en las vastas granjas oceánicas.
Varsovia octubre 2017.
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