Edward Osborne Wilson, vital para el planeta
El entomólogo y biólogo estadounidense Edward O. Wilson, murió el pasado domingo 26 de diciembre a los 92 años, en Burlington Massachusetts, según ha informado la fundación que lleva su nombre en un comunicado.
Una noticia que resonó solo entre el mundo científico y ecológico, pero que debió ser tendencia en los noticieros y redes sociales de los grandes medios internacionales, porque su legado impuso nuevos paradigmas acerca de la necesidad de preservar la biodiversidad en nuestro planeta, que en todo caso es permitir la superviviencia de los humanos que lo habitamos.
Nació en Alabama, hijo de Edward Osborne Wilson e Inez Freeman Wilson. Al crecer en el campo, alrededor de la localidad de Mobile, Wilson estaba fascinado por la naturaleza y todas sus criaturas por lo que dedicaba su tiempo al estudio de las mismas. A los 7 años de edad tuvo un accidente de pesca quedándose ciego del ojo derecho, lo que interfirió en su capacidad para estudiar aves y otros animales en el campo.
«La mayoría de los niños tienen un período de bichos», escribió en sus memorias en el libro El Naturalista. «Nunca superé el mío»
Wilson era considerado, junto al naturalista británico David Attenborough, una de las autoridades mundiales contemproráneas más relevantes en historia natural y conservación, fue conocido como el padre de la biodiversidad o el Darwin de la era moderna, por su trabajo en evolución y sociobiología.
Wilson abogaba por la protección de la mitad de la tierra, para conservar suficiente diversidad en el 50% de la superficie y del mar del planeta. Así, los ecosistemas podrían estar interconectados para revertir la extinción de las especies, que sucede ahora a un ritmo jamás visto en 10 millones de años.
El proyecto de Naciones Unidas “30 por 30″, inspirado en las teorías de Wilson, urge precisamente a la conservación de al menos el 30% del planeta para 2030.
Wilson era también mirmecólogo, es decir, un gran estudioso y una autoridad mundial en el conocimiento de las hormigas, de las cuales descubrió más de 400 especies.
Tras su jubilación se dedicó a la escritura con un ritmo de publicación de, aproximadamente, un libro anual, siendo gran parte de ellos éxito de ventas del New York Times.
Dos de sus obras fueron ganadoras de premios Pulitzer, en 1979 ‘La naturaleza humana’ y en 1991 ‘Las hormigas’.
Wilson es una de las dos únicas personas que han recibido la concesión más alta en ciencias de Estados Unidos, la Medalla Nacional a la Ciencia y el premio Pulitzer en literatura, este último en dos ocasiones. A nivel mundial recibió más de 150 premios, medallas, y concesiones, así como más de 40 doctorados honorarios.
Edward Osborne Wilson fue y seguirá siendo «Gente Vital».
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