Dulce milagro en Notre Dame
por Gabriel Rumor
Parece un milagro que hayan sobrevivido las abejas que habitaban los techos de Notre Dame de París al fuego devastador que en abril pasado destruyó parcialmente la catedral más emblemática de Francia y que, según su supervisora, se podrá obtener miel en el verano, igual que siempre, porque las tres colmenas instaladas hace siete años lucen más saludables que nunca..
El acceso está limitado todavía porque la estructura que data del siglo XIII permanece inestable y hay riesgo de envenenamiento por las partículas de plomo de su techumbre convertida en un polvillo, pero Sibyle Moulin, la funcionaria, afirma al periodista del GUARDIAN londinense que los 30 o 45 mil animalitos están vivitos y zumbando, como si la temperatura que superó entonces los 800 centígrados los hubiera repotenciado.
Fue al comienzo un trabajo mediante imágenes de satélite que mostraron el estado intacto de las colmenas porque la cera que suele derretirse a 70 centígrados no estaba dañada, y tampoco se preocuparon por el humo – porque justamente es usado por los apicultores para inducir el sueño en torno a la abeja reina- sobre todo cuando en los primeros videos pudieron percibir que los insectos revoloteaban gozosos en torno a los obreros y, mejor aún, que portaban pelotas de polen en sus patas, seguramente para almacenar proteínas con que alimentar a sus hijos.
Tres meses después, Sybile tuvo acceso directo al sitio y comprobó con alegría que las nuevas camadas hacían caso omiso a los residuos tóxicos, limitándose a libar el néctar de las flores; tomó 66 kilos de miel y remitió las muestras a laboratorios en Canadá para detectar su contenido en plomo y se propone reemplazar en el verano a las reinas de Notre Dame con individuos mas jóvenes para prevenir la tendencia del enjambre a revolotear, cuando la reina acusa la edad, asustando a los vecinos.
En definitiva, las autoridades que al principio exigían la remoción de las colmenas parecen haber aceptado que la solución más conveniente y más práctica es dejar las cosas como están, para no alborotar ese avispero.
Varsovia, febrero 2020
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