Drones al servicio de la vejez
por Gabriel Rumor
Gus Gartiles, un amigo en Londres que hace pocos meses descubrió la emoción de pilotear drones en los esplendidos parques de la capital británica, leerá con interés el reportaje en el New York Times International sobre la importancia que esta tecnología novísima va adquiriendo en auxilio a los veteranos que como él ya no se cuecen al primer hervor.
Y es que en auxilio de los ancianos que ya son legión, la Universidad de Illinois ha recibido un aporte de millón y medio de dólares de la National Science Foundation para explorar el empleo de aparatitos autónomos que ayudarían a realizar esas tareas sencillas que se complican con el paso del tiempo, como procurarse el frasco de pastillas que olvidamos en la habitación contigua.
Esto no ocurrirá en un santiamén pero la doctora Naira Hovakimyan, experta en robótica, está convencida de que a la vuelta de veinte años los drones estarán integrados a la cotidianidad como ahora los teléfonos celulares.
La Brookdale Senior Living, una de las instituciones estadounidenses más importantes de atención a la Tercera Edad, utiliza ya una variedad de servicios conectados a la Internet, como el Skype por ejemplo, para aliviar la soledad de los ancianos, que alcanza niveles de epidemia nacional, y aunque todavía falta mucha experimentación, hay confianza en que tecnologías de marcha inteligente, pequeños medallones que previenen caídas y sensores domésticos que monitorean el estado de salud, estarán pronto en el mercado.
Además de drones como los que la doctora Hovakimyan ensaya en su laboratorio, para rescatar esos objetos que caen debajo de un armario, podar el césped y limpiar lámparas y candelabros; o Robby, un prototipo dotado de cámaras, radar, micrófono, altavoz, tableta interfase y una bandeja móvil, a prueba en un laboratorio de South Seattle para devenir algún día eficaz compañero y facilitar video-conferencias médicas.
Empresas como la Toyota han revelado que invertirán un millardo de dólares en un laboratorio adyacente a la Stanford University, centrado en inteligencia artificial que facilitaría a los mayores la conducción más segura de sus vehículos y por un periodo más prolongado.
Y en San Francisco, Catalia Health ha introducido su robot interactivo MABU, tan pequeño como una cafetera, que escucha y habla y mantiene una tableta de interfase táctil, diseñada como coach de salud y contacto con el consultorio del médico tratante y las farmacias
Se trata, por supuesto, de adelantarse a los enormes retos que plantea una demografía cada vez más acuciante, pues se calcula que un 14% de la población tendrá más de 65 años hacia el año 2050 y se triplicará cuando y si el planeta logra llegar al próximo siglo.
En esa tarea, los líderes mundiales son Japón y Europa, con los Estados Unidos en un distante tercer lugar, a pesar de iniciativas dispersas y algunos productos comerciales, y China, que comenzó a preocuparse sólo recientemente en un tema que, sin embargo, es crucial debido a una vasta población que envejece de manera acelerada.
Pero, en definitiva, la cuestión más profunda que plantea el matutino es la capacidad de esos robots o asistentes virtuales, asociados con la Internet, para contrarrestar efectos del almanaque como la demencia.
Estudios recientes han mostrado que el contacto humano puede postergar la declinación intelectual y un trabajo publicado este verano en la revista Alzheimer y Dementia informó que un grupo de un grupo de septuagenarios y octogenarios sometidos a un régimen de conversaciones online durante seis semanas mejoró de manera notable su capacidad cognoscitiva.
Es decir, que una dosis adecuada y regular de vinculación social mediante grandPad, basada en Internet, tabletas y smartphones; tabletas simplificadas para ancianos y el teléfono CareAngel, que ayuda a conectarse con los familiares más jóvenes, podrían jugar un papel revolucionario en el combate contra la demencia senil.
Varsovia, diciembre 2015
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