CAMINAMOS SOBRE UN RIO DE HIERRO FUNDIDO
por Gabriel Rumor
Un río de hierro fundido tan caliente como la superficie del sol se mueve a tres mil kilómetros de profundidad en las entrañas del planeta, debajo de Rusia y Norteamérica, según mediciones satelitales del campo magnético que nos mantiene a salvo de las tormentas solares.
El hecho podría datar de billones de años, de acuerdo a la revista New Scientist, tiene la bicoca de 420 kilómetros de anchura y nadie sabe el motivo de su actual aceleración que se ha triplicado en lo que va de siglo hasta alcanzar entre 40 y 45 kilómetros anuales, debajo de Siberia en dirección a Europa.
Se trata desde luego de un descubrimiento impactante, gracias al monitoreo conjunto de un trío de satélites lanzados en 2013 por la Agencia Espacial Europea, excitante para científicos que, todavía, conocen mejor el Sol que el centro de nuestro planeta y piensan que la corriente es creada por el movimiento de cilindros paralelos de hierro fundido alrededor del núcleo central sólido que, al chocar con éste, actúan como un par de rodillos y exprimen salidas laterales adicionales que impulsan campos magnéticos que los satélites son capaces de detectar y rastrear.
Ante una de las grandes incógnitas, de porqué la corriente ha ganado mayor velocidad, el doctor Xiaodong Song de la University of Illinois, piensa que podría relacionarse con el descubrimiento en 2005 de que la rotación del núcleo central va un poco más rápida que la corteza terrestre.
Estudiar el fenómeno, concluye la prestigiosa publicación, podría capacitar a los geofísicos a comprender mejor el comportamiento del núcleo central y los factores que influencian la potencia de nuestro campo magnético y para los simples mortales estimular por los secretos del planeta una fascinación similar a la que sintió el profesor Lidenbrook de Julio Verne al aventurarse por el cráter de un volcán en Islandia hasta el centro de la Tierra.
Varsovia, enero 2017.
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