CADAVERES SOBRE LAS OLAS
por Gabriel Rumor
En Louisiana, las copiosas inundaciones de este verano han estimulado el surgimiento de nuevos oficios para enfrentar un sinfín de insólitas situaciones suscitadas por la catástrofe.
Veteranos del negocio de las pompas fúnebres se han reciclado en “consultores en recuperación de cementerios” para ocuparse del caos creado por las aguas al desenterrar centenares de ataúdes, dejando fosas vacías donde la identidad de sus antiguos locatarios es difícil de determinar, e incluso casi misión imposible, porque también los archivos de las empresas funerarias desaparecieron sin dejar rastro.
Pero es cierta la afirmación del N.Y.Times International de que la catástrofe es la madre de la invención y ha estimulado la búsqueda de soluciones no sólo para los ciudadanos en peligro de futuras contingencias sino para los difuntos, navegantes por la furia de las aguas.
De un fenómeno que es endémico de esa región- porque al rastrear las marismas después del huracán Rita en 2005 fueron hallados ataúdes que se habían perdido medio siglo antes, con el paso de su colega, Audrey- pero se agudiza a medida que colapsa su costa litoral, arrecian los efectos del cambio climático global y son más rigurosas las intemperies tropicales.
El Katrina de 2005 destruyó 1.500 tumbas y puso a flotar mausoleos de granito como si fuesen acorazados e igualmente destructivos fueron Ike y Gustav, tres años después, pero Isaac fue particularmente grotesco, en 2012, porque los centenares de urnas que se llevó el río Mississippi eran de madera y se rompieron en pedazos.
Y fue entonces cuando un grupo de vecinos decidió tomar cartas en el asunto porque sabían que el fenómeno se repetiría – como en efecto ocurrió este año, afectando cincuenta cementerios- para identificar y reubicar los restos.
Tal vez la solución sean sepulturas más profundas, protegidas bajo placas de concreto, ataúdes con un depósito de cristal anexo que contiene el certificado de defunción, a salvo de las aguas; o, como se experimentó recientemente en Nueva Orleans, con alarmas electrónicas, o, según ha sugerido uno de los funcionarios a cargo de estos nuevos oficios, mediante códigos-de-barras como los que utilizan desde hace años las cadenas de supermercados para enviar sus paquetes por vía postal.
Varsovia, octubre 2016.
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