Autopista para abejas
En Oslo, las autoridades se movilizan para lanzar la novedosa iniciativa de una autopista para abejas, para proteger a esos insectos tan vitales para nuestra civilización.
La Tribune de Geneve informa sobre el proyecto Bybi, cuyo objetivo, en pocas palabras, es crear un corredor floral, con especies portadoras de néctar o polen como los tornasoles, las caléndulas y las facelias, de uno a otro extremo de la capital noruega, a modo de vasta y permanente estación alimenticia.
Es la primera aventura de este tipo en el mundo, que sumará techos vegetales sobre los edificios de oficinas, un cementerio con plantas que florecen en diferentes épocas del año, espacios verdes abandonados a las hierbas salvajes, un hotel para insectos en el fondo de un jardín, margaritas en las macetas de las ventanas, en fin, gracias al concurso de particulares, instituciones, empresas y asociaciones.
Por ejemplo, los socios de una importante firma de contaduría han optado por cubrir de sedum, una superficie vegetal muy apreciada por las abejas, e instalar dos colmenas en una parte de la terraza que ocupan en un nuevo barrio ultramoderno de negocios a las afueras de la capital y comparten ya con unas 45 mil afanosas obreras.
Esto significó una inversión de unos 50 mil dólares, que la empresa ha compartido con el propietario del inmueble, en un gesto de simpatía por la biodiversidad, aunque la situación de los insectos polinizadores no sea en Noruega tan preocupante como en los Estados Unidos u otros países de Europa.
Las enfermedades y los males asociados a la agricultura intensiva no son allí tan acentuados y, sin embargo, más de un tercio de las doscientas especies de abejas salvajes y cigarrones recensados en el reino escandinavo se consideran amenazadas. Y eso tiene que inquietar, porque hasta un 40 por ciento de los alimentos de nuestra dieta exige el proceso polinizador que los insectos proveen de manera gratuita, aunque ya hace diez años un equipo de investigadores franco-alemán estimase su valor económico en 153 millardos de euros.
Bybi no ha quedado exento de críticas, por ejemplo, del Consejo Noruego para la Biodiversidad, que denuncia el cortoplacismo del gobierno, que se escondería tras ese tipo de proyectos para ocultar la política oficial de agricultura intensiva que, ineluctablemente, provocará la muerte de numerosísimos insectos.
Es un problema mundial, que ha obligado a los campesinos de la provincia china de Sichuan a polinizar sus cultivos de forma manual y en los Estados Unidos a pasear las colmenas en camiones para que reciban el efecto fertilizante, y es posible que contará en breve con un nuevo aporte, si el experimento noruego (cuyo sitio Internet es ww.polli.no) se corona con éxito.
Varsovia junio 2015.
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