Arqueología terapéutica
El papel de la exploración arqueológica en el tratamiento de veteranos con secuelas de guerra es el tema de un interesante reportaje en la revista ANTIQUITY sobre los avances de la llamada Operación Nightingale, iniciada en 2011 por el Gobierno británico, en la reducción de la ansiedad, la depresión y la sensación de aislamiento y el fortalecimiento de la auto-estima.
Es una disciplina que podría calificarse de arqueología rehabilitante o terapia arqueológica con proyectos bajo dirección británica en Chipre, Bélgica y Francia y con veteranos polacos en el propio Reino Unido; con estadounidenses en su país, el Reino Unido e Israel, y, desde 2017, con georgianos, británicos, ucranianos y estonios en labores de excavación en la parte occidental de la ex-república soviética de Georgia.
Novísima, desde luego, pero con raíces que se remontan a 1681, cuando el monarca inglés Charles II atendió la solicitud de los “destruidos por la edad o por la guerra” estableciendo el Royal Hospital de Chelsea; cobró particular importancia, naturalmente, tras la Gran Guerra que legó a la Gran Bretaña millares de inválidos que precisaban asistencia médica pero, sobre todo, apoyo psicológico para recuperarse del traumatismo en las trincheras de Francia; cobró importancia a raíz de la Segunda Guerra y devino todavía más urgente hacia 2007 para atender a los heridos en las intervenciones militares en Iraq y Afganistán.
Así, en septiembre de 2011 nació la Operación Nightingale con un grupo de 24 soldados que participaron con apoyo de expertos arquologos en excavaciones en la llanura de Salisbury y otros rincones del país y mereció tres premios académicos en los años siguientes y, quizás más importante, sirvió de modelo a iniciativas similares como Waterloo Uncovered, Breaking Ground Heritage y American Veterans Archaeological Recovery.
Con tanto éxito asistió el histórico campo de Waterloo a las exploraciones en la granja Hougoumont, donde perecieron centenares de fusileros británicos y defensores franceses que el reducido equipo de 25 participantes en 2015 se amplió a 150 de once nacionalidades en el lapso de tres años y prevé proseguir sus trabajos por al menos un decenio adicional.
Los estadounidenses han realizado excavaciones en una base aérea en Norfolk (Inglaterra) y un fuerte franco-mohicano en Pennsylvania, de la guerra de independencia; en Israel, en colaboración con la Universidad de Haifa, y en el campo de batalla de Saratoga, conjuntamente con el Servicio de Parques Nacionales, patrocinados por la National Geographic Society.
Para contribuir a tales avances, la Universidad de Leicester decidió en 2012 estimular a los veteranos con descuentos en los estudios de arqueología a distancia, mientras la Universidad de Winchester ofrecía becas y los resultados positivos de las investigaciones en el bienestar psicológico van reflejándose cada vez con mayor frecuencia en las publicaciones especializadas.
Y ésto es así porque si los veteranos se muestran renuentes a discutir con sus familiares más cercanos sus experiencias traumáticas, sí están dispuestos a compartirlas con sus camaradas en un intercambio tanto más fructífero porque se desarrolla bajo control especializado, en el marco de una actividad física que es agradable e intelectualmente estimulante.
Tales avances que hasta ahora fueron apreciados de manera más o menos empírica, comienzan a ser objeto de un enfoque más profundo, comprendiendo ambos aspectos, el psicológico y el arqueológico, para reforzar sus progresos y, por supuesto, evitar los riesgos potenciales en ambientes históricos de relativa fragilidad.
Sobre todo, concluye Antiquity, para evaluar la posibilidad de aplicar la nueva disciplina fuera del terreno exclusivamente militar, como auxiliar valioso en las tareas de rehabilitación física y mental.
Varsovia, abril 2020.
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