¡Arboles, no tumbas!
Los cementerios del futuro serán parques donde los árboles reemplazarán a las tumbas, anuncia La Repubblica.
Es el proyecto Arborvitae, cien por ciento italiano, donde las cenizas de los seres queridos serán sepultadas en urnas biodegradables en “un lugar de memoria y sociabilidad donde coexistirán el culto religioso con la espiritualidad laica, en el respeto en la comunión del recuerdo de quienes nos han dejado”, hasta devenir alimento vegetal.
Es un lugar para muertos, continúa el matutino romano, proyectado para los vivos por tres paisajistas del grupo A3 paesaggio y una botánica, que colocará árboles en lugar de tumbas, incluso para las entrañables mascotas, en grandes parques urbanos para oxigenar la atmósfera contaminada de las grandes capitales.
“Queremos realizar un sitio hermoso, asegurador, vivible para los vivos, que establezca continuidad entre la vida y la muerte, que es parte de la vida”, ha dicho Consuelo Fabrani, una de las paisajistas.
Es un concepto que desarrollará en Milán un “jardín del recuerdo”, en colaboración con la fundación Memories, conjugando verde urbano, arte y arquitectura funeraria; pronto llegará a una zona de 30 hectáreas en Charavalle, cerca de Roma y desde Italia se extiende con rapidez; a los Estados Unidos y Chile.
Es, precisamente, al sur de nuestro Continente donde las proyectistas prevén situar la primera de sus realizaciones, al comprobar que, en contraste con las trabas de la burocracia itálica, la relación con el paisaje es allá muy fuerte y el gobierno planta un árbol por cada nuevo recién nacido.
Es cierto, como proclama un slogan comercial, que los árboles son eternos, porque algunos pinos en California han superado los cinco mil años de vida y hay olivos matusalénicos en todas las islas del Mediterráneo, y, además del sentimiento que implica asociarlos a las cenizas de los difuntos, se estimulará en los jóvenes el recuerdo de sus ancestros, cuyos nombres serán fijados en los troncos con discos de acero.
El proyecto tiene, según sus creadoras, muchísimos méritos: cultural, pues aúna memoria y conocimiento; espiritual, al vincular el paisaje con el sentido innato de la inmortalidad, y ético, porque se propone educar el respeto de la naturaleza como un bien común.
Allí, los senderos conducirán al área sagrada a través de lugares de reposo y espejos de agua que exaltan el bienestar y la vida y se consagrará gran atención a la vegetación, mediante plantas autóctonas y xerófilas con técnicas de ingeniería naturalística para el drenaje y la filtración de las aguas de lluvia.
Y, finalmente, en un parque de bajo consumo energético, al utilizar paneles solares inteligentes para la iluminación nocturna.
Varsovia, noviembre 2015.
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