Amar la naturaleza nos hace mejores personas
“Voy a la naturaleza para ser aliviado y sanado, y para poner mis sentidos en orden.”
John Burroughs
No hay nada como estar inmerso en la mitad de un bosque, completamente alejado de la civilización y sus pesares.
Nos provee una sensación inexplicable de tranquilidad y consciencia.
El único sonido que hay es el de tus pisadas, el viento, los árboles susurrantes y los movimientos de las criaturas que llaman la vida salvaje su hogar.
Pero la verdad de las cosas es que muy pocos de nosotros realmente podemos experimentar esto. Más y más personas, particularmente los milenials, se mudan hacia la ciudad y se alejan de la naturaleza.
Seguro, algunas de estas ciudades de concreto tienen parques hermosos, pero visitarlos no es lo mismo que sumergirse en la hermosura del bosque.
Tomando prestada la cita del gran explorador de la naturaleza John Muir:
Ir al bosque es ir al hogar; pues yo supongo que venimos originalmente de los bosques.
Así es, todos nos podríamos beneficiar mucho si hiciéramos un esfuerzo por dejar nuestras viviendas urbanas y pasáramos más tiempo en la naturaleza.
De hecho, hay evidencia concreta de que las personas que aprecian la naturaleza, y hacen un esfuerzo por pasar tiempo con ella, son más felices, más sanas y más creativas.
La naturaleza reduce el estrés y nos ayuda a encontrar sentido a las cosas.
Hay un sinnúmero de estudios que revelan los beneficios psicológicos que nos entrega la naturaleza. Toda la investigación apunta al hecho de que entre más cerca estemos de la naturaleza, más felices nos sentimos. En esencia, la naturaleza es un poderoso anti-depresivo.
Un estudio, conducido por los científicos de la universidad de Chiba en Japón, monitoreó los efectos de una práctica japonesa llamada “Shinrin-yoku”, que significa “baño de bosque”.
El estudio implicó estudios de campo en 24 bosques a lo largo de Japón, con 280 participantes en total. En cada experimento, los investigadores mandaron a la mitad de los participantes al bosque y a la otra mitad a la ciudad. Al día siguiente, aquellos que pasaron tiempo en el bosque se fueron a la ciudad y viceversa.
Al final de todo, los investigadores encontraron que cuando los participantes pasaban su día en el bosque tenían menores niveles de cortisol en la sangre, un pulso más bajo y menor presión sanguínea.
En otras palabras, los participantes estaban notoriamente menos estresados cuando estaban en la naturaleza en oposición a un ambiente más urbano. Entonces, si te sientes un poco derrotado o exigido, sal por una caminata al aire libre en contacto con la naturaleza, mejorará tu ánimo.
No se supone que los humanos deberían estar confinados por el concreto y por el acero 100% del tiempo. En estos ambientes, es fácil sentirse simplemente como otra cara en la multitud. Pero cuando caminamos en la naturaleza, se nos recuerda que somos seres vivientes y que estamos conectados con otros seres vivientes.
La naturaleza, en su sentido más puro, es donde tanto la serenidad como lo más salvaje coexisten en armonía. Quizás porque toda la vida comienza en la naturaleza y toda la vida termina ahí.
La naturaleza es la maestra más sabia del universo – nos susurra que incluso en medio del caos, la vida encuentra una forma de seguir adelante.
Gracias a ella, nosotros emergemos como árboles revigorizados, con el conocimiento vital de que el momento presente es el más precioso que lo que ya fue o lo que será.
Caminar en la naturaleza fortalece nuestro sistema inmune y nuestros músculos.
No son sólo nuestras mentes las que se benefician de pasar tiempo en la naturaleza, también son nuestros cuerpos.
Hay mucha evidencia de que los químicos emitidos por las plantas, conocidos como fitoncidas (aceites escenciales de la madera), ayudan a fortalecer el sistema inmune de los seres humanos que están expuestos a ellos.
Las plantas expelen fitoncidas para protegerse de los insectos y de podrirse. Un estudio de la Escuela de Medicina de Nipon en Tokio encontró que los humanos que respiran estos químicos incrementan sus glóbulos blancos, lo cuál fortalece su sistema inmune. Estas células son las responsables de encontrar y matar tumores o células infectadas. Asi que, eventualmente, caminar en la naturaleza podría salvarte la vida.
Además, hacer senderismo es una de las actividades más sanas para hacer en cuanto a ejercicio. Una simple caminata de 60 minutos podría quemar hasta 500 calorías. Además es menos exigente para nuestro cuerpo que correr, ya que no pone tanta presión sobre las articulaciones.
Concurrentemente, el senderismo reduce la presión sanguínea y previene enfermedades al corazón. Además de fortalecer el abdomen, ayuda a la pérdida de peso corporal.
Sobra decir que el senderismo lleva a los paisajes más espectaculares del planeta. Por lo que más allá de los beneficios físicos y mentales, salir a la naturaleza simplemente por la estética que ofrece es una razón más que buena.
Nuestras mentes se tornan más agudas y más innovadoras después de pasar un tiempo en la naturaleza.
Uno de los aspectos más perjudiciales de la sociedad moderna es que pasamos demasiado tiempo en nuestros teléfonos y computadoras. Siempre que estamos aburridos, inconscientemente buscamos nuestros aparatos para entretenernos.
Pero hay un montón de evidencia que muestra que estar aburrido aumenta nuestra creatividad, en el sentido que se permite que la mente divague por todo tipo de territorios nuevos. En otras palabras: debemos dejar nuestros teléfonos de lado y dar un paso lejos de ellos más seguido de lo que lo hacemos.
En este campo, un estudio realizado por la Universidad de Kanas y la Universidad de Utah reveló que pasar tiempo al aire libre, y lejos de tantas distracciones tecnológicas, nos vuelve más intuitivos y creativos.
El estudió mandó a 56 participantes en excursiones de senderismo que iban desde 4 a 6 días. Durante ese tiempo a los participantes no se les permitió usar aparatos electrónicos.
Finalmente, los investigadores encontraron que los participantes mostraron un incremento del 50% en su creatividad, su capacidad de atención y su capacidad de resolver problemas después de varios días lejos de la tecnología.
Que sea o no una consecuencia directa de la exposición a la naturaleza es algo que los investigadores aún tienen que probar.
Pero esto igual sugiere que los entornos naturales estimulan el cerebro de una forma que la civilización no logra hacer, lo que mejor exponencialmente nuestras habilidades cognitivas e imaginativas.
Correspondientemente, no es una sorpresa que muchas de las grandes piezas de arte, música y literarura de la historia fueran producidas por aquellos que realmente aprecian la naturaleza y que pasaran mucho de su tiempo en ella.
La naturaleza es una amiga, una sanadora y una musa que no pide nada y da todo a cambio.
Como escribió Anne Frank una vez:
El mejor remedio para aquellos que temen, están solos o se sienten infelices es salir para afuera… Creo firmemente que la naturaleza trae consuelo a todos los problemas.
La naturaleza está lista y esperando, sólo tienes que salir a su encuentro.
Via: Elite Daily
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