¡BIENVENIDA, DOÑA ABEJA!
por Gabriel Rumor
Aunque el balance haya sido mediocre este año, la Tribune de Geneve informa que la apicultura urbana en Suiza sigue avanzando y el colmenar Bees4you, ubicado desde 2012 en el Centro Internacional de Conferencias sobre el lago Leman, ha extendido su apoyo a las empresas, escuelas, cooperativas o simples particulares deseosos de probar suerte.
Su animador, Nicolás Marsault, se ocupa ya de sesenta colmenas, aspira producir este año su primera tonelada de miel urbana y afirma que la popularidad creciente de la actividad se explica porque los panales son visibles y de fácil acceso y muestran que se puede convivir con los insectos sin peligro.
A su vez, la redactora de la Revue Apicole Romande, Rose Aubry, proclama que de un bichejo sucio y hurticante han ganado las abejas un status simpático, gracias a la preocupación general por la salvación del planeta que colma de instalaciones los balcones de los ciudadanos de la confederación.
Y esto, advierte Marsault, no es nada sencillo, porque se olvida con frecuencia que se trata de seres que viven una única temporada, que no es fácil mantener los panales y es menester una instrucción básica para una explotación idónea, por lo que sugiere que, antes de embarcarse en ese hobby masivo, la gente debería ayudar a los insectos, cultivando flores y adquiriendo productos de la bioagricultura.
Recomienda, además, iniciarse en la campiña, para ahorrar a los vecinos las eventuales molestias derivadas de las instalaciones hogareñas, y estar dispuestos a invertir un mínimo de dos mil dólares para pagar el entrenamiento, la instalación de las colmenas y el equipo indispensable para la extracción de la miel y su comercialización.
Inconvenientes que, al parecer, no hacen mella en el entusiasmo porque las asociaciones suizas de apicultores reúnen ahora casi 18 mil miembros, en su mayoría aficionados.
Varsovia septiembre 2016.
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