Cuando el ejército cuida a las vacas
La canícula ha sido este año de particular rigor en Suiza, donde 26 bañistas han muerto, es altísimo el riesgo de incendios forestales y ha debido incrementarse el nivel de alerta por el peligro que corren, sobre todo, ancianos, enfermos y niños.
En casi todos los cantones han sido prohibidas las hogueras al aire libre y, con la perspectiva de que los termómetros rebasen los 37 centígrados, el ejército ha tenido que movilizarse en auxilio de las apacibles vacas que simbolizan a los ojos del mundo la paz bucólica de la Confederación Suiza.
La Tribune de Geneve reporta que los alpages calcinados del Jura evocan más bien una postal de Andalucía y la sequía es tan violenta que los soldados han instalado y mantienen reservorios destinados al ganado que, agobiado por el calor, apenas mueve las orejas para espantarse las moscas. Los campesinos se quejan de que los animales, que habitualmente ingieren cada día hasta 150 litros de agua, producen ahora hasta un 20% menos de leche y que las elevadas temperaturas y la ausencia del rocío matinal son responsables de un gran número de partos prematuros.
Los efectivos militares disponen de un material más adecuado que los bomberos para llenar los depósitos con las aguas de los lagos vecinos que luego son bombeadas por voluntarios de la protección civil hasta las cisternas de los agricultores.
La operación ha entrado ahora en su etapa máxima y se prevé incluso el empleo de helicópteros cuando las fuentes se hallen muy distantes de los lugares en dificultad.
Varsovia, agosto 2015.
Leave a Comment