El clima nos hizo inteligentes
MIRAMUNDO por Gabriel Rumor, corresponsal internacional
A pesar del diagnóstico desolador emitido por el científico británico James Lovelock, de la incapacidad de nuestra estúpida civilización para afrontar el deterioro ambiental, la conferencia patrocinada por la ONU sobre el cambio climático, que ahora tiene lugar en Varsovia, ha propiciado comentarios periodísticos sobre el estímulo que las variaciones del planeta significaron en el curso de la historia al desarrollo de la inteligencia humana.
Por ejemplo, el Independent londinense revela los resultados de un estudio en el Valle del Rift este-africano, cuna de la civilización hace dos millones de años, que mostrarían cómo la alternancia de temporadas secas y lluviosas explica el desarrollo de nuestro cerebro; sencillamente por la necesidad de nuestros antepasados de adaptarse y sobrevivir en las épocas de penuria.
El estudio realizado por el profesor Mark Maslin, del University College de Londres, siguió las fluctuaciones de temporadas lluviosas y secas en los últimos cinco millones de años, que se tradujeron por la evolución de una nueva especie con cerebros más grandes y forzaron a nuestros primeros antepasados a dispersarse a partir del Africa Oriental.
El estudio indica en particular tres periodos cuando los cambios climáticos coincidieron con importantes etapas en nuestro desarrollo, hasta llegar al Homo erectus, el primer homínido con gran cerebro y esqueleto cuasi-humano que mostraba un preciso crecimiento adolescente, y la doctora Susanne Schultz, de la Manchester University, halla curioso que al mismo tiempo surgiesen otras especies en el mismo territorio geográfico, entre ellas el primer Homo erectus con un cerebro 80% más grande que su predecesor, atribuyéndolo a las nuevas condiciones ecológicas.
Y, sin embargo, opinó Lovelock en una entrevista publicada hace un par de años, que pareciéramos impedidos en la actualidad para emplear esa misma inteligencia que tanto tiempo nos llevó consolidar y que sólo una catástrofe mayúscula podría, quizás, despertar a la humanidad; como el deshielo de un glaciar colosal en la Antártica, que al provocar una elevación notoria del nivel del mar obligaría a considerar con seriedad un asunto de mayor relevancia aún que un mortífero conflicto bélico.
Varsovia noviembre 2013.
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