ARQUITECTURA POLAR

MIRAMUNDO por Gabriel Rumor

Las más recientes estructuras construidas en el Artico y la Antártida para alojar a cien estaciones  científicas del mundo entero han sido concebidas según estrictos principios ecológicos a fin de erradicar absolutamente la contaminación ambiental, refiere un fascinante reportaje del Financial Times.

Princess Elisabeth, estación belga

Princess Elisabeth, estación belga

Bien diferentes, desde luego, de la pionera, que en 1899 alojó una expedición noruega de la que sobrevivió uno solo de sus diez miembros tras meses abominables de total obscuridad, vientos huracanados y un frío espeluznante, en una cabaña prefabricada de pino, cubierta con pieles de foca aseguradas con sólidos bloques de carbón.

Más de cinco mil científicos habitan hoy ambas regiones polares durante el verano, en instalaciones como la estación belga Princesa Elisabeth, de aluminio, enclavada en rocas graníticas, cuya calefacción proviene de la luz solar y la producida por sus ocupantes y los aparatos eléctricos.

Desde 2008, sus paredes de medio metro de espesor están compuestas de nueve capas de fieltro de lana, papel, poliestireno y madera y mantienen el ambiente silencioso y el termómetro en veinte grados para las 48 personas que realizan experimentos durante un semestre con una generación nula de contaminación.

Princesa Elisabeth

Princesa Elisabeth

  

El arquitecto belga Philipe Samyn está diseñando ahora una estación de 3.500 metros cuadrados, es decir diez veces más grande, alimentada con energía eólica.

Algunos arquitectos han reducido al mínimo el volumen de material de construcción, como en el caso de la estación hindú Bharati que una firma alemana erigió en 2012 con 132 contenedores encerrados en una concha aislada rigurosamente, que viajó a la Antártida, precisamente, dentro de aquellos, y la tendencia futura es que las bases precisarán de un mínimo de materiales importados.

Bharati, Estación hindú

Bharati, Estación hindú

Se trata, hasta cierto punto, de aprovechar la experiencia milenaria de los esquimales de Groenlandia, Alaska y Canadá, cuyos igloos,  pueden cobijar una temperatura interior de 16 centígrados, haciendo frente a la amenaza del calentamiento global y los patrones meteorológicos impredecibles que derriten la nieve y el permafrost.

 El ejemplo, prosigue el diario británico, es el Iceberg Habitable que una firma danesa lanzó en 2009. Una caverna con múltiples habitaciones, capaz de albergar hasta un centenar de personas, fabricada a base de nieve compactada, pues, como explica uno de los ejecutivos de la empresa, “construir convencionalmente es en extremo costoso y contradictoria con la idea de una Antártida prístinamente salvaje”.

En 2012, científicos de la Universidad de Copenhagen lograron construir un laboratorio subterráneo en Groenlandia, gracias a un balón enterrado en la capa helada que fue removido después, cuando se solidificó la nieve con la que había sido recubierto.  

El Icehotel sueco en Jukkasjarvi

El Icehotel sueco en Jukkasjarvi

El Icehotel sueco en Jukkasjarvi, 200 kilómetros al sur del Círculo Artico ha sido reconstruido invierno tras invierno desde 1989 combinando agua de río cristalina congelada con snice – una mezcla de hielo y nieve- en una armazón de acero cuya energía extraída del sol de medianoche evitará que se derrita en el verano.

Es ése uno de los obstáculos más importantes, que los proyectistas enfrentan, como en la isla noruega de Spitsbergen, anclando las construcciones con pilotes en el permafrost, para prevenir el calentamiento climático que, de acentuarse en las próximas décadas, liberaría cantidades enormes de gases de invernadero colapsando millares de habitaciones.

Halley VI, estación británica en la Antártida

Halley VI, estación británica en la Antártida

Es riesgoso construir en un medio ambiente de extremo rigor, sobre todo porque la mayoría de las bases en la Antártida están levantadas en tierra firme, y, por eso los ocho módulos de la planta Halley VI, una de las cinco británicas, con un peso superior a las 220 toneladas, tuvo que ser trasladada a un nuevo sitio.

Juan Carlos I, estación española

Juan Carlos I, estación española

Su creador, que también diseñó la base española Juan Carlos I, combinó conceptos prácticos sobre frío, viento, dinámica del hielo, logística y el impacto psicológico del aislamiento en una estación donde la luz y el espacio giran en torno a la actividad humana.

  Halley es un espacio hermoso y agradable para vivir, con amplios espacios abiertos que a veces evocan un buque de crucero, con luz natural y numerosas ventanas, excepto en invierno cuando se admiran unas auroras espectaculares. 

  Y esto constituye un paso importante respecto de la arquitectura tradicional en las regiones polares, que estuvo  motivada exclusivamente por la ciencia y la  supervivencia.

Caracas, marzo 2017.